¿Estamos ante el final del proyecto de Pablo Laso?

Confieso que llevo tiempo retrasando la publicación de este artículo. Llevo semanas diciéndome a mí mismo: «no es para tanto; como dicen los más optimistas, es que el Madrid ha arrancado a medio gas para llegar fresco a final de temporada. Es lo que hizo el Barça el año pasado y le salió bien».

Pero también sé desde que escribí esto: «Pablo Laso; sentado sobre un barril de pólvora«, que era cuestión de tiempo que la situación se pudriera. Y parece que la situación se está pudriendo. Que el cuarto proyecto de Pablo Laso está llegando a un callejón sin salida.

¿Y cómo hemos llegado a esta situación? La temporada pasada, la de los récords, la del espectáculo y el Madrid arrollador, terminó abruptamente y antes de tiempo. Cuando el 18 de mayo el equipo se derrumbó ante el Maccabi de TelAviv y se le escapó una Euroliga que todo el mundo daba como segura, el proyecto de Pablo Laso embarrancó. Y lo que es peor: Laso perdió el favor de la directiva (recuerden los gestos de Florentino Pérez en la grada) pero también perdió, o desde luego lo pareció, el favor de gran parte del vestuario.

Desde el 18 de mayo hasta el final de la temporada se vio a un Madrid muy distinto al que se había exhibido hasta entonces. Si bien desde febrero al equipo se le veía falto de frescura y emitía algunas señales de alarma, a partir de la Final Four lo que pudo contemplar el aficionado fue un equipo que bajó los brazos en defensa y empezó a sufrir en cada partido.

El CAI Zaragoza le hizo 95 puntos en el segundo partido de los playoffs; el Unicaja le llevó dos veces a la prórroga, haciendo una media de 87 puntos a un equipo que hasta entonces había recibido unos 70 puntos en contra. Y en la final, el Barcelona simplemente fue muy superior a un equipo descompuesto.

Entre medias, rumores de mala relación entre Mirotic y Laso que desembocaron en la salida del jugador hacia Chicago cuando unos meses antes tenía casi decidido continuar en España un año más y la sensación de que los jugadores no se esforzaban lo que debían en la pista. Algo raro debía estar pasando, aparte del cansancio psicológico que debió suponer para la plantilla mantener durante meses un ritmo que les permitiera lograr unos récords que resultaron casi estériles (una Copa del Rey ganada a una décima del final) para acabar cayendo ante un Maccabi de TelAviv inferior en calidad pero inmensamente superior en el trabajo táctico y defensivo.

A las derrotas en Euroliga y Liga Endesa siguió un verano tremendamente tenso y con un final sorprendente que nos ha traído hasta aquí:

• Se renueva antes de que termine la temporada a Marcus Slaughter.
• Se deja ir a Dontaye Draper y Tremmel Darden.
• Nikola Mirotic sale del club por la puerta de atrás y escenifica la ruptura con Laso: ni él se despide del entrenador ni el club tiene ni el más mínimo gesto con el jugador.
• Se da por segura la llegada de Fotis Katsikaris al Real Madrid como relevo de Pablo Laso.
• Jota Cuspinera y Hugo López, ayudantes de Laso, son despedidos de mala manera.
• En su lugar, se ficha a Chus Mateo y Zan Tabak como ayudantes. Dos técnicos con experiencia como primeros entrenadores y que han pertenecido con anterioridad al club.

Todo indica que se está forzando la situación para provocar la dimisión de Pablo Laso. No se le pone en la calle, porque en noviembre ha sido renovado por tres temporadas, doblándosele aproximadamente el sueldo de paso. En cambio, se intenta forzar al técnico a dimitir, dimisión que, según algunos, estuvo a punto de presentar pero al final no se produjo.

Entre el finiquito que hay que pagar a Laso y las encuestas manipuladas a todas luces que aparecen en los mismos periódicos que llevan desde la llegada de Florentino Pérez maniobrando en la sombra para tener su cuota de poder en el club (y que creo que no hace falta ya ni citarlos), la directiva se echa atrás y decide continuar con Laso.

Es el gran error de la pretemporada, como gran error fue renovar al técnico tras solo un mes de competición, sin saber cómo iba a acabar la temporada. Nadie o casi nadie confía ya dentro del club en el entrenador pero se le dan de nuevo las riendas de un vestuario que se le fue de las manos al final de la temporada. Y además, con Tabak y Mateo supervisando el trabajo de Laso. Todo muy raro y todo muy errado.

Y llegan los fichajes: para sustituir a Mirotic se ficha al Chapu Nocioni; por Draper se trae al Facu Campazzo; por Darden se ficha a Jonas Maciulis y por Dani Díez se contrata a KC Rivers. Con la temporada casi empezada se pone a tiro Gustavo Ayón y el mexicano aterriza en Madrid con el tiempo justo para jugar la Supercopa.

Sin entrar a valorar si la plantilla ha mejorado o empeorado, ninguno de los jugadores son fichajes que se adapten al estilo de juego de Pablo Laso. Tal vez KC Rivers, pero para eso el club ya tiene a Jaycee Carroll. La plantilla se carga de jugadores interiores o a los que les gusta moverse por las proximidades del aro y sin embargo se le encarga el manejo a un entrenador que los tres años anteriores no ha sabido crear un juego interior consistente.

Y llega el inicio de temporada. El equipo sufre en el primer partido de la Supercopa ante el Valencia Basket pero gana. El triste espectáculo en que los árbitros convierten el partido no permite sacar conclusiones. En la final se barre a un FC Barcelona al que se le tienen ganas desde el final de la liga pasada.

Pero arranca la Liga Endesa y la Euroliga y el equipo, aunque gana los partidos, sufre muchísimo. El juego espectacular aparece con cuentagotas y la defensa no funciona. El Madrid encaja unos 10 puntos más por partido que hace un año. Se dice que es que los nuevos fichajes aún no se han acoplado y que se ha planificado un inicio de temporada más pausado que el de la pasada campaña.

Todo esto está muy bien, pero se sufre y se sufre y se sufre y el equipo no juega bien más que un puñado de partidos (contra Valencia Basket, Niznhy Novgorod y Dinamo Sassari, todos en casa), antes de que llegue la primera derrota de la temporada. El 14 de noviembre, el Madrid pierde en Estambul ante el Efes por 75-73, y lo hace en el úlitmo segundo en una jugada que contiene un error defensivo y dos rebotes consecutivos en ataque de los jugadores rivales; todo ello en 4 segundos. Los síntomas que venía mostrando el equipo se materializan: poca atención defensiva unida a un juego ofensivo errático, en el que los pívots siguen sin recibir todos los balones que reclaman pero los exteriores tampoco terminan de coger el ritmo de juego de hace un año.

Es que Rudy Fernández se ha lesionado, dicen. Y Ayón anda renqueante. Sí. Pero en Liga Endesa se ha dejado escapar una renta de 25 puntos ante el Montakit Fuenlabrada y casi se pierde el partido. Por ejemplo.

A partir de la derrota en Estambul todo se precipita: nueva derrota el 27 de noviembre en el Palacio de los Deportes por 75-85 ante el Unics Kazan, con un juego muy pobre del equipo; derrota en Liga Endesa en el derbi ante el Estudiantes por 89-84, encajando 53 puntos en la segunda mitad del partido y derrota en Miribilla ante el Bilbao Basket por 89-79, nuevamente encajando 53 puntos en los primeros 20 minutos y ofreciendo un juego paupérrimo. En el último mes, el equipo ha encajado cerca de 90 puntos en casi todos los partidos, los haya ganado o los haya perdido.

¿Y ahora qué? El equipo emite las mismas señales, si no peores, que en los meses de mayo y junio pasados. No hay defensa y el equipo no termina de encontrar un patrón de juego ofensivo. Sin otra cosa que ofrecer que una defensa individual que se hunde muchísimo hacia la zona y permite que los tiradores del otro equipo encuentren posiciones muy cómodas en la línea de tres, no se ven cambios defensivos. No hay defensas en zona ni presión en toda la pista. Pero lo que es peor es que el rebote defensivo es inexistente. Valga como ejemplo la jugada de Estambul o la que decidió el derbi ante Estudiantes en la que los del Ramiro cogen CUATRO rebotes en la misma jugada ante la pasividad de los jugadores blancos.

Como la defensa no funciona, el equipo encuentra menos posibilidades para correr. Se arguye que el Chacho está lesionado, pero es que en los dos últimos partidos de lo poco potable del equipo ha sido la dirección de Campazzo, que sacó de un lío al equipo en Cerdeña y mantuvo al equipo con vida durante varios minutos en Miribilla.

Y si el equipo no corre, el ataque estático se vuelve previsible. A Laso no se le cae la palabra «pick and roll» de la boca. . Como si no existiera ni una sola jugada más en el baloncesto. Y así, el contrario ya sabe lo que va a haber. Valga como ejemplo de nuevo los 5 balones perdidos en el primer cuarto en Miribilla con el pívot distribuyendo hacia los aleros desde la línea de tres. Los defensores del Bilbao, esperando el pase para alargar la mano y salir disparados hacia el aro contrario.

Se ha cargado el equipo de jugadores interiores o a los que les gusta ir al poste, pero solo Felipe Reyes recibe buenos balones de entre todos ellos y es de las pocas buenas noticias que emite este equipo (si se puede considerar buena noticia, tras tantas idas y venidas y tras tanto fichaje de relumbrón, que tu jugador franquicia sea un pívot de 34 años). Es precisamente Reyes el máximo anotador del equipo y el segundo reboteador, con casi el mismo número de rebotes que Bouroussis. Llull, Rodríguez y Rudy Fernández están muy por debajo de las prestaciones que ofrecieron hace un año. Maciulis, Carroll, Campazzo, el propio Bouroussis, Ayón y  Mejri caen en el banquillo muchas veces para ser engullidos por un agujero negro y no volver a la pista…

¿Y entonces? Pues no pinta nada bien el futuro. El vestuario no parece confiar demasiado en su entrenador y desde luego la directiva no lo quiere. Solo la indemnización que debe recibir parece haberle sostenido en el puesto. El juego del equipo es muy pobre, especialmente en el último mes, y los restos de confianza que quedaban en la plantilla parecen haberse volatilizado. Parece estar el Real Madrid atrapado en un callejón sin salida y de nuevo saltan a la primera plana los nombres de Katsikaris, de Sasha Djordjevic y de Zan Tabak. Pablo Laso parece estar sentenciado.

¿Pero el cambio de entrenador será capaz de salvar al equipo de la gangrena que los propios cirujanos que dejaron la operación a medias en verano han provocado?

¿Si Laso cae, se llevará detrás a los responsables de la sección, que también son responsables del actual estado del equipo? ¿Dónde quedó la manida profesionalización del club que pregonaba Florentino Pérez?

Y todo esto con la Final Four en casa a mediados de mayo. ¿Puede ser el mayor fracaso del club en muchos años?

Seguir a @yosoywsmith