El pasado 2 de julio, nuestro compañero Marcos Mendieta publicó un artículo en esta misma página en el que ya alertaba de lo que podía pasar en el Mundial. Tras la experiencia del pasado Europeo y viendo la trayectoria del seleccionador nacional, muchos aficionados llegábamos al 30 de agosto con la mosca detrás de la oreja, pero como el ruído mediático suele ser ensordecedor, las dudas se cubrieron por un manto que cayó ayer poco antes de la medianoche.
Es fácil culpar en exclusiva al seleccionador nacional del fracaso. Es lo que siempre hacemos y es algo de lo que no se libró ni Antonio Díaz-Miguel, responsable de la plata de Los Ángeles ’84 y del Angolazo en Barcelona ’92. Orenga es culpable de lo ocurrido, ¿pero lo es en exclusiva?
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Tras la salida de Sergio Scariolo de la selección, la FEB decidió apostar por un entrenador de perfil bajo. Se eligió a Juan Antonio Orenga, integrado en la estructura de la Federación desde hacía años y con un muy corto paso por los banquillos. Paso además muy decepcionante en la ACB (cesado con un Estudiantes diseñado para pelear por el título situado en la última posición de la clasificación).
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Mientras las grandes selecciones apostaban por entrenadores de prestigio o con carreras consagradas (excepción hecha de Sasha Djordjevic, también recién llegado, pero con unos conocimientos del juego y un carisma inmensos), nosotros íbamos al perfil bajo y al «los importantes son los jugadores». Nos olvidábamos de que el baloncesto se convierte cuando llegan los partidos decisivos en una batalla de ajedrez y ahí se necesita alguien que mueva las piezas, porque cuando estas se mueven solas, la derrota cae por su propio peso.
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Año tras año asistimos a las ya famosas «Rutas Ñ» de preparación. ¿Preparación? ¿Recaudación? Se organiza una gira que recorre una serie de ciudades españolas, muchas de ellas sin equipos en Liga Endesa, buscando llenar los pabellones y rentabilizar el tirón de una generación irrepetible de jugadores. Con los árbitros a favor, la fiesta en las gradas y los rivales habitualmente elegidos de segundo nivel, se busca el espectáculo y el beneficio comercial por encima de la preparación del torneo.
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Se llega al primer torneo de las competiciones siempre cortos de preparación, porque la Ruta Ñ de turno no ha servido al final para preparar los partidos, robando además tiempo de entrenamientos y trabajo táctico. Este año, como los primero rivales eran Irán y Egipto, se evitó el bochorno habitual de los primeros partidos de las últimas competiciones, pero no se puedo evitar la sensación de que el equipo seguía en rodaje.
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El famoso debate entre Mirotic e Ibaka, que al final se convierte por arte del birlibirloque de la FEB y sus medios afines en un tiro al plato contra el jugador de Podgorica es algo absolutamente falso. Si Niko no puede compartir un espacio en el equipo con Ibaka es porque la FEB no ha hecho bien las cosas.
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Más allá de ello, ¿cuál es el papel del congoleño en esta selección? Con una media de 18 minutos por partido, muchos de ellos de la basura, 8 puntos, 5,5 rebotes y 1,3 tapones por partido, no deja de ser un jugador marginal e infrautilizado. Si además se le hace jugar de 4 abierto, por mucho que haya mejorado últimamente su tiro, tenemos que estamos desaprovechando al jugador, obligándole a jugar además de una forma en la que Mirotic se desenvuelve mejor.
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Y ya que hablamos de jugadores, una vez más hay que hablar del alero alto. Otro torneo más, llegamos con Víctor Claver como el único alero alto del equipo, acompañado esta vez por un Álex Abrines sin ninguna experiencia aún. Y Claver un vez más se ha quedado en las profundidades del banquillo, sin apenas participar en el juego. Debe ser el jugador con mejor ratio medallas/minutos de juego de la historia de nuestra selección.
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Dejando las bromas aparte, el puesto de alero sigue siendo un lastre para nuestra selección. Desde que Carlos Jiménez dejara la competición, vamos a los torneos con escoltas reconvertidos en aleros, asignando a Claver el papel de agitatoallas y dejándonos en casa a jugadores como por ejemplo Alberto Corbacho o Saúl Blanco, que, vistos los graves problemas en el tiro del equipo, seguramente habrían podido aportar muchas cosas.
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Con Rudy Fernández desplazado al puesto de alero, igual que le ocurre en el Real Madrid, más grave es que Sergio Llull también acabe allí. En esta ocasión no ha tenido que defender a LeBron James, como en Londres 2012, pero le ha tocado pegarse con jugadores que le sacaban la cabeza y 15 o 20 kilos de peso, convirtiéndose así en un jugador intrascendente en los dos extremos de la pista.
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Pero si hay un jugador desubicado en los sistemas de Orenga, ese es José Manuel Calderón. Siendo como es el base más fiable de los 4 (sí, 4. No olvidemos que Llull en su club juega de base) que ha llevado España al torneo, por segundo año consecutivo acaba relegado a la posición de escolta, olvidado en el lado débil de la defensa contraria y anclado en la línea de tres. Resultado: el jugador se vuelve invisible y además solo ha jugado 15 minutos por partido con malos porcentajes de tiro y sin incidencia ninguna en los partidos.
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Otro jugador que no ha pisado apenas el parqué ha sido Felipe Reyes. 9 minutos por partido y sin siquiera saltar a la cancha frente a Francia pese a los problemas que el equipo evidenciaba en el rebote. Reyes no tiene la calidad ni el físico de los Gasol, pero sirve para mucho más que para jugar 21 minutos contra Egipto o 13 contra Senegal.
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Y esto nos lleva al asunto de las rotaciones. Pau Gasol ha jugado casi 3 cuartos completos por partido. Se le ha sometido a un sobreesfuerzo innecesario cuando todos los partidos hasta octavos han quedado resueltos a favor de España por la vía rápida. Al final, el jugador ha llegado físicamente tocado al partido decisivo y, según algunas informaciones, además se le permitió viajar junto a su hermano para conocer a su sobrina recién nacida, un permiso realmente extraño y fuera de lugar.
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No solo Pau ha sido sobreempleado. Su hermano Marc también ha jugado los mismos minutos que él, de forma que en cuartos de final nos hemos encontrado con nuestros dos pívots, que además son casi nuestras únicas opciones en ataque, cansados y con la cabeza fuera del partido.
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Y nuestros pívots son nuestra única opción en ataque porque jugamos al «Gasolsistema». Sin ninguna variedad en el juego, si no podemos correr, los ataques consisten en hacer llegar el balón a uno de los dos Gasol tras como mucho dos pases y muchos botes de balón por parte del base y que ellos resuelvan. Nos convertimos en el equipo más previsible de la competición y facilitamos el trabajo defensivo del rival, que sabe que si es capaz de entorpecer la circulación de balón hacia los pívots tiene gran parte del trabajo hecho.
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Y con los Gasol anulados como en la noche de ayer, nuestro otro recurso es el «Navarrosistema». Balones a Navarro y que resuelva. Pero Juanqui ya no es un jugador que sea capaz de sostener al equipo durante un partido completo y mientras le duraron las fuerzas al inicio del tercer cuarto lideró la remontada. Pero luego se apagó, seleccionó mal los tiros y el partido se volvió a inclinar hacia el rival.
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Los problemas en el tiro exterior. Otro de los males de este equipo. Con una plantilla desequilibrada y con el juego inclinado hacia los Gasol, el tiro exterior ha hecho aguas durante el torneo, sobre todo en el día de ayer, con un pobre 2 de 22 en triples. No solo eso, sino que la total ineficacia en el tiro de jugadores como Ricky Rubio ha permitido al rival flotar constantemente en las posiciones exteriores, cerrando la defensa alrededor de los pívots y atascando un ataque ya de por sí poco trabajado.
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Y en defensa, sin variaciones tácticas. Defensa individual buscando el robo de balón no en el pase, sino en el bote y yendo al tapón. Esto, ante un equipo como Francia que seguramente sea el que mejor mueve el balón de todo el torneo, es un suicidio, puesto que al ir al hombre y no a las líneas de pase se ha llegado siempre tarde, provocando constantes puertas atrás y desequilibrios en la línea de fondo, explotados continuamente por los pasadores franceses.
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Si a esto se suma la dejadez a la hora de cerrar y pelear el rebote defensivo, se conceden continuamente segundas y terceras oportunidades al rival.
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Ayer la defensa funcionó solo en el tercer cuarto. Se subió algo la intensidad, ciertamente, puesto que al inicio del partido el equipo saltó a la pista dormido, pero mi sensación es que la mejora defensiva vino más porque durante ese período Francia se olvidó de mover el balón, buscando más un juego directo que la circulación de la pelota y en cuanto en el último cuarto de nuevo el balón corrió de mano en mano, la defensa se vino abajo.
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Contra esto no hubo ni una sola variación. No se intentó una defensa en zona o presionante, no se cambiaron las ayudas (inexistentes) y se siguió con el mismo esquema.
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Y en ataque, pues lo mismo. Ni una sola variación, ni un cambio de ritmo. Se jugó al ritmo que quiso Francia y se acabó con cada jugador haciendo la guerra por su cuenta. El pésimo partido de Ibaka y Marc Gasol no sirvió para que Orenga diera entrada a Felipe Reyes, por ejemplo. Y el mal día en la dirección del Chacho y Rubio tampoco sirvió para que Calderón pasara a su posición natural.
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Si recuerdan, hace un año, en el Eurobasket, España ganaba sus partidos por 30 puntos de diferencia o se la pegaba cuando se entraba en los minutos finales con el marcador apretado. Cuando tocaba al entrenador tomar decisiones, el bloqueo se trasladaba a la pista y el partido se perdía. Este año, un único partido ha llegado al último cuarto empatado; el de ayer. Un año entero para pulir defectos y adquirir conocimientos que se ha dejado pasar sin pena ni gloria.
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En suma, no hubo ideas desde el banquillo y se fue siempre a remolque de lo que proponía Vincent Collet. Muy esclarecedoras las palabras de Navarro al final del partido, reconociendo que no se había preparado este. Esclarecedoras y graves. ¿En qué cabeza cabe, en 2014, renunciar al scouting y al trabajo táctico previo a un partido? Más aún ante un equipo dirigido por un estratega tan consumado como es Collet. Y no olvidemos que si hace un año culpamos a las bajas de la derrota ante Francia, ayer llegábamos con el equipo de gala y en Francia faltaban Parker, Noah, Ajinça, Seraphin y Nando de Colo. Cada cual que saque sus conclusiones sobre esto y sobre cómo ha sabido emplear los recursos disponibles cada seleccionador.
El hundimiento ha sido completo. Jugando en casa, era la ocasión ideal para despedir a nuestra mejor generación de baloncestistas, pero todo se ha hecho mal desde el principio y lo que se suponía una fiesta ha acabado en funeral.
¿Y ahora qué?
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Tu has dado todas las claves. Se necesita un entrenador, no porque lo diga su titulo, mas bien por la actitud, conocimientos y liderazgo, algo de lo que según mi opinion carece completamente Orenga
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