
¿Sabías que el baloncesto femenino se empezó a disputar en 1892 menos de un año después de que Naismith inventara el juego?
Así es. El primer partido masculino de baloncesto tuvo lugar en diciembre de 1891 entre alumnos del International YMCA Training School de Springfield, Massachusetts. El 11 de marzo de 1892 se disputó el primer partido público del nuevo deporte, esta vez entre alumnos y profesores del citado instituto y comenzó su expansión por el país. Esto es bien conocido.
Menos conocida es la historia del baloncesto femenino, que surgió prácticamente al mismo tiempo que el masculino. Así, a primeros de 1892, Senda Berenson, por entonces profesora de gimnasia en el Smith College de Northampton, también en Massachusetts, leyó un artículo del profesor Naismith sobre el nuevo deporte que acababa de crear y le resultó tan interesante que decidió probar con sus alumnas.
Senda Berenson había nacido en 1868 en Butrimonys, una pequeña localidad de lo que hoy es Lituania y por entonces era parte del Imperio Ruso. Su familia emigró a los Estados Unidos cuando ella contaba siete años de edad. De joven estudió en el Conservatorio de Boston, pero su delicada salud no le permitía apenas terminar sus clases de piano, ya que sufría fuertes dolores de espalda que hacían que no pudiera permanecer mucho tiempo sentada. Estos problemas de salud motivaron que se apuntara en 1890 a la Normal School of Gymnastics de Boston, en un intento de mejorar su condición física. Aunque ella misma reconocería tiempo después que sus inicios en la gimnasia sueca fueron complicados, ya que odiaba dicho deporte, poco a poco sus problemas de espalda fueron desapareciendo y un año después la academia la enviaba al Smith College a instruir en la gimnasia sueca a Grace Watson, la responsable de educación física de dicho instituto. De resultas, acabó contratada como profesora de gimnasia por el Smith College y, cuando Grace Watson se vio obligada a dejar el instituto en enero de 1892 por enfermedad, Senda Berenson quedó como responsable de la educación física de las alumnas.
Una serie de casualidades habían llevado a nuestra protagonista a este cargo cuando cayó en sus manos el artículo de Naismith. Ella por entonces no estaba satisfecha por completo acerca del programa de educación física que se seguía en el Smith College y rápidamente decidió probar con el baloncesto.
Y en alguna fecha cercana a los primeros días de marzo de 1892 finalmente se jugó el primer partido femenino de baloncesto. La fecha es desconocida, pero el 6 de marzo de 1892 una de sus alumnas escribió a su madre contando que habían jugado a un nuevo deporte en el gimnasio en el que había que meter un balón en una cesta para ganar. Atendiendo a la carta, ese primer partido habría tenido lugar el viernes anterior, es decir, el 4 de marzo. Es la primera evidencia física que existe de la aparición del baloncesto femenino y sorprendentemente, es incluso anterior a la celebración del partido del 11 de marzo de 1892:
Smith College
March 6, 1892
Dear Mother,
Friday afternoon at the Gym we played a game instead of going through the ordinary performances. Two waste-paper baskets were hung, one on either side of the Gym about three feet above our heads…the object was to get into your opponent’s basket and keep it out of your own…. It was great fun and very exciting the side I was on had the misfortune to be beaten.
Love,
Josephine
Senda Berenson, sin embargo, no copió literalmente el juego creado por Naismith, sino que lo adaptó a las convenciones de la época, que establecían que una mujer podía sufrir «fatiga nerviosa» si realizaba demasiado ejercicio físico. Según sus propias palabras, había que evitar que una mujer pudiera sufrir «peligrosas tendencias nerviosas que la hicieran perder la gracia, dignidad y auto estima que buscamos fomentar».
Así, aunque Berenson mantuvo en nueve el número de jugadoras en pista, dividió la cancha en tres partes, defensa, centro y delantera, con tres jugadoras de cada equipo en cada una de ellas, que no podían moverse más allá de su zona de juego. Además, se limitaba a tres los quiebros que cada jugadora podía hacer con el balón, que no se podía retener en las manos más de tres segundos. Por otra parte, se prohibía robar el balón a otra jugadora cuando lo tenía en las manos. Golpear el balón con los puños o con los pies era considerado falta y no se podía tocar a una oponente. Todo ello buscaba que las jugadoras no sufriera la famosa «fatiga nerviosa» que la educación de la época establecía que podían sufrir las mujeres.
Otra de las normas que modificó Berenson es que tras cada canasta no sacaba el equipo que la había recibido, sino que el balón volvía al centro del campo donde se hacía un salto entre dos para reiniciar el juego. Como en el baloncesto masculino, los balones eran de fútbol, pero las canastas estaban hechas con grandes papeleras.
Esto en cuanto a las normas. En cuanto a la vestimenta, que una mujer pudiera mostrar más partes de su cuerpo que las que establecía la moral de la época como permisibles podía ocasionar un escándalo, así que las jugadoras vestían completamente de largo desde la cabeza a los pies, incluyendo los brazos, de forma que solo mostraban la cara y las manos. Era un peaje que había que pagar todavía a finales del siglo XIX a cambio de poder practicar un deporte. Puede parecer extraño hoy en día pero en 1890 era lo que establecían las convenciones sociales.
El 22 de marzo de 1893, se disputaba el primer partido público del que se tiene noticia. Este partido se jugaba en el gimnasio del Smith College entre alumnas de primer y segundo año, con una audiencia total de 800 espectadores. El partido fue recogido por el New York Herald, que citaba que el partido había concluido con la victoria de las de segundo año por 5-4, a pesar de que habían perdido a su capitana nada más comenzar el choque. Choque que se había dividido en dos tiempos de 15 minutos.
Este es el origen del baloncesto femenino. Senda Berenson tuvo tanto éxito que el nuevo deporte se fue extendiendo prácticamente en paralelo al masculino y poco tiempo después había cruzado todo el país. Aunque sometido a unas convenciones sociales que restringían no poco la práctica del deporte por la mujer, crecería tan rápidamente que en 1896 había cruzado el país y en California se disputaba el primer partido entre dos universidades. Pero de esto tal vez hablemos otro día.
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