¿Sabías que al término de la campaña 92/93 Drazen Petrovic estaba meditando volver a Europa para jugar en el Panathinaikos, pero también se planteaba firmar por los Rockets?
Así es, aunque desgraciadamente nunca sabremos si eso hubiera llegado a ocurrir. El genio de Sibenik emprendió la aventura americana tumultuosamente, fichando por los Blazers en el verano de 1989 mientras aún tenía contrato con el Real Madrid. Su inmensa calidad le había valido para dominar el baloncesto europeo con mano de hierro durante cinco años inolvidables, pero al llegar a Oregón se encontró con que eso aún no valía en la NBA. Al igual que le pasó a casi todos los europeos que abrieron el camino hacia la liga americana, pronto se vio relegado al banquillo y a jugar los minutos de la basura, olvidado por un entrenador que no confiaba en él, enrolado en una plantilla que ya contaba con un juego exterior tan potente como para alcanzar la final de la liga.
Aquello fue tan frustrante que Drazen llegó a plantearse agachar las orejas y volver al Madrid tras una única temporada en Portland, pero él siempre fue un ganador y finalmente se negó a rendirse tan pronto.
Sin embargo, la segunda temporada en la NBA empezó igual de mal o peor, jugando aún menos. Hasta que el 23 de enero de 1991 cambió su suerte y un múltiple intercambio entre Blazers, Nuggets y Nets dio con el croata en Nueva Jersey. Los Nets eran por entonces un equipo perdedor, pero Drazen invirtió la tendencia. Desde su llegada, pronto empezó a desplegar su genio también en la NBA.
Su segunda temporada fue excelente, pero mejor aún sería la tercera. Titular indiscutible, anotando más de 20 puntos por partido, solo una lesión al final de la campaña 92/93 impidió que su equipo hubiera prgresado en los playoffs y quién sabe hasta donde hubieran llegado con él sano…
Pero hubo un detalle en esa temporada 92/93 que provocó un gran enfado en Petrovic: undécimo máximo anotador de la liga y estrella absoluta de los Nets, su nombre aparecía siempre en los titulares de la NBA. Sin embargo, fue el único de los grandes artilleros de la liga que se quedó fuera del All Star de 1993. Aquello sentó fatal a un tipo con un carácter tan fuerte como el que tenía Drazen, hasta el punto de comentar que no sabía que más tenía que hacer para obtener el reconocimiento.
El enfado de Drazen cruzó el océano y fue escuchado en Grecia, de donde recibió ofertas de hasta tres equipos, incluyendo una de 7,5 millones de dólares por tres temporadas para jugar en el Panathinaikos. Y Drazen llegó a un acuerdo verbal con los de Atenas. Al parecer estaba casi decidido a dejar atrás una liga que no terminaba de reconocer su inmensa calidad y volver a Europa.
Pero todo se torció el 7 de junio de 1993 cuando Drazen, en vez de volar a Zagreb con el resto de la selección croata, decidió hacer el viaje en coche para así visitar a un amigo en Alemania. Un camión descontrolado se llevó por delante al gran genio croata y nunca sabremos si de verdad hubiera firmado aquel contrato por el Panathinaikos.
En realidad, no era la única oferta que Drazen barajaba. Cuando sus padres y su hermano Alexander recogieron sus pertenencias de su casa de Nueva Jersey encontraron una nota con tres equipos en ella: New Jersey, New York, Houston.
¿Y si Drazen hubiera firmado aquel verano de 1993 por los Houston Rockets, campeones de la NBA en 1994 y 1995? Otra pregunta para la que nunca tendremos respuesta.
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