¿Sabías que Dean Smith fue un convencido activista por los derechos civiles de los ciudadanos de color en el sur de Estados Unidos?
Así es, pero para contar esta historia hay que empezar por su otro protagonista: Un día, allá por 1964 o 1965, Charles Scott y un par de compañeros de su curso en el Laurinburg Institute salieron a dar un paseo por el exterior del campus. Estamos en Carolina del Norte, el Sur de los Estados Unidos y en medio de la lucha por los derechos civiles de las personas de color en el país. Ya había pasado la famosa marcha sobre Washington de Martin Luther King y su famoso discurso («I have a dream…»); las cosas empezaban a cambiar en muchos lugares, pero Carolina del Norte seguía siendo un sitio en el que alguien de color debía andar con cuidado. Y Scott y sus dos amigos eran negros…
Mientras paseaban, un vehículo de la policía se detuvo junto a ellos. Fueron introducidos en los asientos traseros del coche y llevados a una casa donde se dieron de bruces con una mujer que había sido violada poco antes por tres muchachos negros.
Es de imaginar el miedo que Charles Scott y sus dos acompañantes debieron pasar en aquel momento. No solo la policía estaba allí, sino varios vecinos perfectamente blancos y anglosajones, esperando armados: si la mujer los hubiera reconocido ninguno de los tres probablemente habría salido de allí con vida ni la policía seguramente hubiera hecho gran cosa por impedirlo. Por suerte para ellos, la mujer declaró que ellos no eran.
Avanzamos un poco en el tiempo y nos situamos en 1966. Charles Scott ha concluido sus estudios en el instituto, donde ha destacado en el equipo de baloncesto y está listo para ingresar en la universidad. Dean Smith, entrenador de los Tar Heels de Carolina del Norte desde 1961 se reúne con él. Scott tiene ofertas de Davidson, de Wake Forest, de North Carolina State y de Duke. Posee un brillante expediente académico además de unas grandes cualidades para jugar al baloncesto.
Seguramente esté cansado del racismo alrededor en Laurinburg, y preferiría volver a su Nueva York natal, pero Smith habla con él. Le ofrece jugar para él en los Tar Heels, un equipo por entonces formado completamente por blancos y que solo ha contado durante una temporada con Willie Cooper como único jugador negro. Pero Cooper nunca pudo jugar con los Tar Heels en la ACC porque estaba en su primer año universitario (freshman) y las normas de la NCAA impedían a los jugadores participar en la competición hasta su año como sophomores.
Scott duda, pero Smith, hombre de profundas condiciones religiosas, le lleva a la iglesia a la que acude él cada semana. Y allí descubre que en esa iglesia las comunidades blanca y negra se han integrado perfectamente, conviviendo en total armonía. De hecho, el pastor de Smith lleva desde 1961 discutiendo con él que la llegada de jugadores de color a los Tar Heels sería un gran paso contra el racismo en Chapel Hill, donde se encuentra la universidad. Dean Smith ya lo había intentado con Lou Hudson, pero su pobre expediente académico había impedido su acceso a la universidad. Por entonces, Smith era conocido por haber ido a cenar a un restaurante «solo para blancos» con un pastor y un estudiante de teología negros o por luchar contra la segregación por barrios que los agentes inmobiliarios imponían al vender casas en la localidad.
Finalmente, Charles Scott aceptó y se convirtió en el primer jugador negro en participar con los Tar Heels en la ACC (la Atlantic Coast Conference) de la NCAA. No lo tuvo fácil en sus primeros tiempos en el equipo, pero siempre contó con el apoyo de Dean Smith, que logró que el resto del equipo le viera como uno más a base de mucho esfuerzo. Sin embargo, el jugador, por ejemplo, no podía salir con sus compañeros de equipo, porque los amigos de estos no le querían a su lado. Aquellos fueron tiempos duros.
Pero el apoyo de Smith dio frutos. En su primera temporada Scott ya se convirtió en el líder de los Tar Heels y los llevó a dos Final Four consecutivas en 1968 y 1969. La gente en Chapel Hill dejó de verle como alguien diferente. Smith había ganado la batalla, al menos en casa; porque en 1969 y 1970 le sería arrebatado el premio al Jugador del Año en la ACC para dárselo a John Roche, jugador blanco de South Carolina.
El apoyo de Smith también influyó en Scott y así, en los Juegos Olímpicos de 1968, se negó a participar en el boicot llevado a cabo por gran parte de los atletas negros estadounidenses. Charles Scott formaría parte del equipo que ganaría la medalla de oro en aquellos Juegos, integrando un conjunto con 5 jugadores negros y 5 blancos.
Finalizada su etapa universitaria, tendría una carrera profesional de 10 años, en la pasaría, por ejemplo, por los Celtics y los Lakers, siendo dos veces all-star de la ABA y otras dos de la NBA y ganando el anillo con los de Boston en 1976.
Dean Smith ganó la batalla por la integración racial en Carolina del Norte. Charles Scott fue el primero de una larga lista, que incluye nombres tan importantes en la historia del baloncesto como James Worthy, Sam Perkins, Brad Daugherty, Vince Carter, Bob McAdoo y por supuesto Michael Jordan. El empeño y la valentía de Dean Smith y Charles Scott lo hicieron posible.
«My father died when I was twelve years old, and Dean Smith is the only father I ever had.» (Charles Scott)
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