SA Spurs 112 – OKC Thunder 77. Que nos devuelvan el dinero.


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El deporte siempre ofrece dos vías: llorar en los entrenamientos y reír en los partidos o reír en los entrenamientos y pasar vergüenza durante los partidos. En la elección va implícita una cuestión de carácter, un mayor o menor sometimiento a los instintos, aquéllos demonios que en plena fase de acumulación de dolor en forma de ácido láctico o traumatismos bombardean nuestra cabeza pidiéndonos clemencia, descanso y sosiego.

Pues bien, el partido de la pasada noche dejó en evidencia las filosofías de trabajo de Oklahoma City Thunder y San Antonio Spurs. Y no sólo me refiero al trabajo táctico, mucho mejor planificado en el caso de los tejanos, sino a aspectos que se dan por supuestos en una plantilla profesional como el rigor y la condición física. Y aunque el rapapolvo ya fue importante de por sí, si yo fuera Adam Silver, comisionado de la NBA, le impondría una multa al equipo de Scott Brooks por el penoso espectáculo mostrado, que esto es un negocio y los jugadores deberían estar comprometidos no sólo con su franquicia y su honor, sino también con los espectadores que a base de contratos de televisión digital o por cable y adquisición de merchandising, terminan pagando sus nóminas.

Porque lo de ayer no fue casual, el fruto de un mal partido o una de esas noches en las que no sale nada. Hay mucho de planificación por parte de unos y de improvisación por parte de otros para que las cuentas sean tan rotundas. La circulación de balón, la ocupación de los espacios, el movimiento de los jugadores lejos de la pelota, el control del balance. Nada tienen que ver los conceptos de uno y otro equipo. Tampoco la planificación de las plantillas, una construida en torno a dos grandes estrellas, Kevin Durant y Russell Westbrook, y la otra en torno a tres grandes conocedores del juego, Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili, con una única meta en la vida que es ganar. Ganar títulos, que no premios individuales.

Sí, les escribe un espectador ofendido por el esperpento mostrado por los Thunder, por la falta de progresión de Durant en aspectos tácticos, estratégicos y de liderazgo y por tener que asistir a una final de conferencia oeste tan decantada, y aquí asumo el riesgo de que el panorama gire ciento ochenta grados durante los próximos días, y pobre en emoción.

¿San Antonio? Muy bien, gracias. Triangulaciones poste alto- poste bajo, pases de vuelta tras puerta atrás, balones medidos a la continuación de los bloqueos, siempre un pase más castigando las ayudas de los Thunder que siempre llegaban tarde. En fin, todo un regalo para los buenos aficionados que merece el premio de un nuevo anillo.

 

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