
Para un equipo aspirante a luchar por todas las competiciones como lo es el conjunto culé, el mes que abandonamos posee una trascendencia especial. No tan solo por estar en juego el título de Copa del Rey, que ya de por si es suficientemente importante, sino también para vislumbrar el verdadero alcance del equipo.
La Copa del Rey me ha devuelto parte de la fe que a lo largo de la temporada se había escurrido de entre mis manos. El juego y pundonor que demostró en la final, sirvió para olvidar tropiezos y carencias y me demostró que saben competir. Aunque finalmente David no pudiera vencer a Goliath, el gigante sufrió y por momentos se sintió vulnerable.
Evidentemente no se nos puede escapar el hecho de que perdimos un título que tocábamos a falta de un segundo, pero no estoy de acuerdo con quiénes dicen que perder así duele más. El Barça volvió de Málaga crecido pese a la derrota y tiene muchos motivos para pensar en grande.
Hay importantes conclusiones que podemos sacar de este mes de Febrero y su reciente Copa del Rey:
La recuperación de Brad Oleson
El equipo ha sentido su vuelta de forma muy positiva, el frío jugador de Alaska ha dado temple al ataque azulgrana e incluso le hemos visto sentar a Navarro en los momentos finales de algunos partidos. Su acierto en situaciones comprometidas ha permitido respirar al FC. Barcelona y no complicarse más de lo debido en los instantes finales. Oleson ha dado una mayor estabilidad al equipo, y se ha descubierto a un jugador capaz de responder cuando el balón quema. Por si eso fuera poco, su trabajo no solo es efectivo en ataque, sino que es pieza clave en la retaguardia azulgrana. Un jugador intenso que oculta los altibajos que lleva arrastrando la insignia culé esta temporada.
Un gran director
Aunque echamos y echaremos en falta un segundo base de garantías, hay que reconocer que la temporada que está haciendo Marcelinho Huertas es muy buena. Su presencia en pista es un peligro que el rival siempre debe de enfrentar, su juego hace mejor al equipo y a sus compañeros. El brasileño pasa, dobla, anota y decide. Decide partidos. El juego sin él se vuelve más predecible, y aunque en defensa permita algunas concesiones, da mucho más al equipo de lo que le pueda quitar.
Los tiros libres
Es indudable que lejos de ser una virtud, el bajo porcentaje en tiros libres es una lacra a erradicar, un mal que nos ha condenado en algunos partidos y que nos ha imposibilitado ganar la Copa del Rey.
Ahora bien, pensando en positivo, el tiro libre es el único tiro que irremediablemente se repite partido tras partido, así pues es fácil fortalecer esa debilidad entrenando hasta la extenuación dichos lanzamientos.
¿Se acabó la Navarro-dependencia?
Sobre este tema hay dos aspectos que no se pueden rebatir: El primero es que Navarro ha bajado sus prestaciones respecto a años anteriores. El segundo es que el equipo ha aprendido, a la fuerza, a no depender tanto de su teórica estrella.
No hay duda que Juan Carlos Navarro sigue siendo un desequilibrador nato y su juego puede romper encuentros y ganar partidos, pero es bueno para el Barça saber vivir, jugar y competir los partidos importantes aún a pesar de que su estrella este apagada.
En ese aspecto es importante el papel de Tomic que aunque es criticado muchas veces por su aparente apatía se está mostrando, a su manera, el líder sereno que mete los balones más candentes.
Por último recordar que despedimos Febrero invictos en Euroliga 8-0 y recuperando sensaciones. Eso sí, el partido de ayer frente a Anadolu Efes muestra que detrás de ese impoluto registro hay carencias:
– Desperdiciamos una ventaja de 14 puntos en el tercer cuarto. Desconexión.
– Entregamos el control del partido al equipo rival y no pudimos recuperarlo hasta entrar en la prórroga.
– Lorbek sigue desaparecido.
– Aportación escasa e intermitente de los nuevos fichajes.
Con eso vivimos desde Octubre; con eso ganamos.
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