La temporada anterior no había sido buena, y mucho menos tratándose de un equipo como el Real Madrid: descalabro en la Copa de Europa, derrota en la final de la Copa del Rey contra el F.C.Barcelona y tercero en la Liga tras el equipo azulgrana y el Estudiantes. Por primera vez en quince años el equipo quedaba fuera de la Copa de Europa para la siguiente temporada. Don Raimundo Saporta se movía con celeridad y se hacía con los servicios de un joven jugador procedente del equipo del Ramiro: Fernando Martín, un “dos metros” rápido, fuerte y coordinado, responsable en gran medida del subcampeonato del equipo estudiantil.
Arriba: Mirza Delibasic, Rafael Rullán, Romay, Malovic, Fernando Martín
Abajo: Brabender, José Luis Llorente, Corbalán, «Indio» Díaz, Iturriaga
La llegada de Fernando Martín le daba la posibilidad al club blanco de emplear la plaza de jugador extranjero en un jugador exterior y Mirza Delibasic era el elegido. Dentro de aquella gran generación de jugadores yugoslavos de los 80, Mirza encarnaba la elegancia, la visión de juego, la magia, las asistencias imposibles que muchas veces tenían como destinatario a Fernando y a su fuerza indomable. Muchos nos enamoramos del baloncesto gracias a aquella conexión.
Mirza y Fernando, Fernando y Mirza llegaron juntos al Real Madrid justo a tiempo para disputar el Mundial de Clubes en Sao Paolo, del 26 de junio al 5 de julio de 1981. Un torneo al que no se le dio mucha importancia desde España, pero que serviría para evaluar las posibilidades del equipo de cara a la nueva temporada. El equipo de Lolo Sainz alcanzaría la final sin problemas venciendo 115-109 al Clemson, de Estados Unidos; 107-71 al Primero de Agosto, de China; 102-92 al Guaiqueries, de Venezuela; 92-88 al Sirio (en fase eliminatoria); 115-100 al Ferrocarril argentino; 101-60 al Francana, de Brasil y 138-103 al Santa Kilda (con 50 puntos de Fernando). La final la disputaría frente al Sirio de un tal…Oscar Daniel Bezerra Schmidt, venciendo nuevamente por 109 a 83, partido al que corresponde este video.
Mirza y Fernando, Fernando y Mirza estaban destinados a conducir al equipo a la disputa de todos los títulos de aquel año, a encontrarse dentro de la cancha una y mil veces, a levantarnos de los asientos, a emocionarnos, a hacernos amar el baloncesto, y a reencontrarse tiempo después llamando a las puertas del cielo. Gracias, gracias por todo. No os olvidamos.
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