
Alano di Piave es un pequeño pueblo del Véneto, situado en un valle en las primeras estribaciones de los Dolomitas. De veranos templados e inviernos fríos y nevados, su población actual ronda los 2700 habitantes. A 44 kilómetros de Treviso, 78 de Vencia y 130 de Verona, no tendría nada que lo distinguiera especialmente del resto de pueblecitos de esta zona de los Alpes italianos a no ser porque un 18 de enero de 1950 fue a nacer allí una de las mayores leyendas del baloncesto europeo. Su nombre, Dino Meneghin. Un nombre que durante dos décadas fue sinónimo de calidad y de dureza a partes iguales.
Siendo aún un niño, Dino Meneghin entraría a formar parte de las categorías inferiores del Ignis Varese. Fundado en 1945 en la ciudad lombarda, muy cerquita de Milán, el Pallacanestro Varese creció muy rápido y así, un año después de su fundación ya había conseguido el ascenso a la Lega A y en 1949 logró el subcampeonato de liga. A partir de entonces, se mantendría siempre en los primeros puestos de la liga italiana hasta que en la temporada 1960/61 logró su primer título, al que se sumó otro más en la 63/64. En 1966 el equipo se haría con la primera edición de la Copa Intercontinental, esa competición que creó Raimundo Saporta para celebrar la inauguración del pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, que en 1968 pasó a denominarse Mundial de Clubes de Baloncesto y que es también el embrión del añorado Torneo de Navidad del Real Madrid.
Con el equipo asentado ya en la elite de la competición italiana, el 20 de noviembre de 1966 Vittorio Tracuzzi, el entrenador con el que el club había empezado a crecer y con el que también había conseguido su segundo título de liga, hacía debutar a un jovencísimo Dino Meneghin con 16 años. Posiblemente, Tracuzzi no era consciente entonces del impacto que tendría aquel chico en el baloncesto del viejo continente.
En su primera temporada en el baloncesto profesional, Meneghin acabaría con unas estadísticas de 4 puntos y 4 rebotes de media por partido y el Ignis Varese se proclamaría subcampeón de liga y campeón de la Recopa de Europa.
Año a año, Meneghin se iría haciendo un hueco en el equipo y sus estadísticas irían mejorando. En 1969 se proclamaba de nuevo campeón de liga y de Copa, títulos que reeditaría un año después y al que además se sumaría otra Copa Intercontinental y la primera Copa de Europa conseguida por el equipo lombardo. Con 14 puntos y 9 rebotes por partido, aquel pívot duro y marrullero, pero también muy rápido y con calidad para regalar, destacaba tanto que, en una época en la que era impensable que la NBA fijara su atención en Europa, fue seleccionado por los Atlanta Hawks en la undécima ronda del draft, en el puesto 182. Tenía 20 años. Afortunadamente, el joven Meneghin no se dejó impresionar por los cantos de sirena que venían del otro lado del Atlántico y renunció a convertirse en un actor de reparto en Estados Unidos para ser pasar a ser el gran protagonista de la siguiente década del baloncesto europeo.
Así, entre 1970 y 1979, el Ignis Varese estuvo presente en todas las finales de la Copa de Europa,
ganando 5 y perdiendo otras 5. Campeón en 1970, 1972, 1973, 1975 y 1976 y subcampeón en 1971, 1974, 1977, 1978 y 1979, el equipo lombardo y Dino Meneghin consiguieron un hito que nadie ha sido capaz de igualar en Europa y que tal vez sólo es comparable a los nueve títulos de la NBA de los Celtics de Boston entre 1959 y 1969, con la diferencia de que los de Massachusetts no estuvieron presentes en la final de 1967.
Jugador muy duro, que no dudaba en meter los codos en cada jugada y en sacar de la zona al pívot rival a empujones, o en parar los contraataques contrarios simulando lesiones o incluso desatándose los cordones de las zapatillas para que el árbitro detuviera la jugada, Meneghin fue también un pívot muy rápido y muy dotado técnicamente, con un gran juego ofensivo, de tal forma que rara vez bajaba del 60% en los tiros en la zona y con una buena mano a media distancia. Cada vez que encaraba a su defensor e iniciaba el movimiento hacia canasta, era mejor apartarse si no se quería correr el riesgo de ser arrollado por un jugador que no se detenía ante nadie.
En sus primeros años como profesional dejó para el recuerdo inolvidables enfrentamientos con el por entonces pívot titular del Real Madrid, la otra gran potencia europea, Clifford Luyk. Luyk era un jugador extraordinariamente técnico y el propio Meneghin contó después que aprendió mucho en sus enfrentamientos. Sin embargo, cuando se habla de emparejamientos de Meneghin contra un jugador español hay que referirse a la lucha que durante esa década de los 70 y en los primeros 80 protagonizó con Rafael Rullán.
Dos años más joven que él, Rullán es una de las grandes figuras históricas del baloncesto nacional. Extraordinario jugador ofensivo y no tan bueno a la hora de defender, con Meneghin protagonizó duelos durísimos en Europa. Sin embargo, esa rivalidad que ambos mantenían fuera de la cancha se convertía en respeto y admiración mutuos una vez terminado el partido. Y es que cuentan que el ogro Meneghin es un buenazo fuera de la pista. Un tipo algo tímido, simpático, educado y divertido, que, al pisar el parqué, se transformaba en una bestia que no daba respiro al rival.
Retomando al hilo cronológico de esta historia, a las diez finales consecutivas de Copa de Europa, el Ignis Varese añadió también seis ligas italianas, 3 Copas de Italia y dos Copas Intercontinentales en esa década memorable de los 70, que se cerró con la Recopa de 1980 y el traspaso de Dino Meneghin, convertido ya en un mito viviente, al final de la temporada 1979/80 al Billy Milano, dirigido entonces por otro mito de los banquillos europeos, Dan Peterson, aquel jugador que popularizó ese estilo de juego que consistía en correr y correr y tirar cuanto antes, de la mano de un base llamado Mike D’Antoni. Aquel año de 1980 terminó con Meneghin siendo proclamado el mejor jugador de Europa.
Antes de su desembarco en Milán, ese verano de 1980 Meneghin protagonizó el mayor logro de la selección italiana de baloncesto, integrando el equipo que se llevó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú, tras perder en la final ante Yugoslavia por 86-77. Formaban aquella mítica selección italiana Sacchetti, Brunamonti, Mike Sylvester, Gilardi, Della Fiori, Solfrini, Bonamico, Dino Meneghin, Renato Villalta, Vecchiato, Pierluigi Marzorati y Pietro Generali, dirigidos por Sandro Gamba.
En Milán, formando pareja con el ahora entrenador de los Lakers, Mengehin añadirá cinco ligas italianas más a su ya abultado palmarés, en 1982, 1985, 1986, 1987 y 1989, dos Copas de Italia, en 1986 y 1987, otra Copa intercontinental más, la de 1987, la Copa Korac de 1985 y, sobre todo, otras dos Copas de Europa, en 1987 y en 1988, siendo la de 1988 la primera en disputarse bajo el formato de Final Four, para completar un increíble palmarés de siete Copas de Europa, a las que hay que sumar otros seis subcampeonatos, cinco con el Ignis de Varese y otro más, en 1983, con el Pallacanestro Milano.
Es además Meneghin el único jugador que ha conseguido tres veces la cuádruple corona, ganando en la misma temporada liga y copa de su país, Copa de Europa y Copa Intercontinental. Sucedió en 1970, 1973 y en 1987, ya con 37 años, pero aún lejos de su retirada de las pistas, por mucho que él mismo llevase algunas temporadas anunciándola.
En 1983, por segunda vez en su carrera, Meneghin fue nombrado mejor jugador europeo del año. Pese a quedar en blanco con su club, Meneghin lideró ese verano a la selección italiana campeona de Europa en Francia. Fue aquel torneo tan recordado en España por la canasta de Epi en el último segundo ante la URSS que llevó a nuestra selección a la final, donde los italianos no nos dieron muchas opciones, derrotándonos por 105-96. Sandro Gamba dirigía una selección entonces compuesta por Meneghin, Marzorati, Antonello Riva, Brunamonti, Villalta, Bonamico, Gilardi, Sacchetti, Ario Costa,Alberto Tonut, Renzo Vecchiato y Caglieris. El no menos mítico equipo español es prácticamente el mismo que un año después lograría la primera plata olímpica del baloncesto nacional: Juan Antonio San Epifanio, Juan Antonio Corbalán,Fernando Martín, Chicho Sibilio, Nacho Solozábal, Joan Creus, Juan Domingo de la Cruz, Juan Manuel López Iturriaga,Fernando Romay, Josep María Margall, Andrés Jiménez y Fernando Arcega, con Antonio Díaz Miguel al mando.
Ya que citamos al baloncesto español de estos años, en la década de los 80 reverdecería la rivalidad entre los pívots del Real Madrid y Meneghin, esta vez con Fernando Martín como protagonista, un jugador que, si se distinguía por su talento, tampoco se quedaba corto cuando había que emplearse con dureza y así, sus duelos europeos han quedado para siempre en la retina de quienes los vimos.
El título de liga de 1989 sería el último para un Dino Meneghin ya muy veterano, pero, a pesar de sus continuos anuncios de dejar la competición al año siguiente, seguirá jugando al baloncesto hasta la campaña 1993/94. Así, al término de la temporada 1989/90, dejará Milán para enrolarse en el Pallacanestro Trieste, donde permanecería tres temporadas antes de retornar al Philips Milano, entonces dirigido por su antiguo compañero en la pista, Mike D’Antoni. D’Antoni se había retirado en 1990, con 39 años y sin embargo, él viejo ogro aún seguía jugando al más alto nivel.
Antes de retirarse definitivamente, el bueno de Meneghin aún pudo darse la satisfacción de enfrentarse durante varias temporadas a su hijo Andrea en las canchas de baloncesto.
Por fin, el 17 de junio de 1994, cumplidos los 44 años, Dino Meneghin anunciaba su retirada de las pistas de baloncesto. Era el fin de una época en la que éramos más jóvenes y el baloncesto atraía masas, en la que los grandes jugadores no se iban a Estados Unidos y en los que los pantalones cubrían lo justo y las camisetas eran una talla más pequeña que la que correspondía a cada jugador. Una época en la que en la zona se repartían a partes iguales canastas y golpes y en la que se forjaron las grandes leyendas y los grandes duelos del baloncesto europeo.
Atrás quedaban más de 1000 partidos entre torneos nacionales e internacionales, 271 apariciones con la camiseta de Italia, muchos golpes, muchas canastas, muchas actuaciones memorables, una elección del draft impensable entonces y sobre todo, títulos, muchos títulos: 12 ligas y 6 Copas de Italia, 2 Recopas, una Korac, 4 Copas Intercontinentales, 7 Copas de Europa, 3 cuádruples coronas, 2 medallas de bronce europeas con la selección de Italia, una de oro y una plata olímpica. Un palmarés irrepetible e inalcanzable.