
Es sábado tras dormir casi 4 horas, abro los ojos y el primer pensamiento es: hoy el Granca juega la semifinal. Pero ya no estoy nerviosa, aunque sí ilusionada. Tras escribir mi diario sin pensarlo mucho y dejándome llevar por las sensaciones recientes, leo todo lo que puedo en Twitter sobre la hazaña de mi equipo. Algunas palabras (y vídeos) ponen la piel de gallina. Tocó también agradecer a todos los que felicitaban por la victoria: amigos, familiares, rivales y aficionados al basket en general.
Después de almorzar, intento frustrado de siesta, porque la ilusión aumentaba. Luego, prepararme para ir al Buesa. Compartí taxi con dos aficionados del Obradoiro, muy buena gente que se había quedado en el último momento con su equipo fuera de la Copa y con todo comprado para venir a Vitoria, pero contentos porque les gusta disfrutar el ambiente y el baloncesto en general.
Una vez en las inmediaciones del pabellón, estuve en la carpa anexa (música, el Barça – Caja Laboral en una pantalla y algo para beber) con mi gente del Granca, haciendo tiempo para recibir al equipo a su entrada al Buesa. Sobre las 20h llegó la guagua del equipo amarillo, éramos unos veinte allí afuera. Luego, tras solucionar un problemilla inesperado con mi abono, entramos al pabellón para ver los últimos 15 minutos de la otra semi. Un buen partido en el que el Barça ganó al anfitrión, y entre otras cosas, un tal Navarro hizo algunos puntos… y otro tal Rabaseda, tuvo minutos (merecidos) que no desaprovechó.
El tiempo entre el final de una ‘semi’ y el principio de la otra se nos hizo eterno. El ambiente era un poco distinto al del viernes. La marea amarilla estaba feliz pero parecía que nos faltaba un algo, ese plus que ya habíamos dado con creces el día anterior. Creo que en general, era producto de la relajación y quizás ya una falta de presión, el objetivo estaba cumplido, lo que viniera ahora sería un extra, un regalo. Comienza el partido, baja anotación en general, y del Granca en especial. El Valencia fue tremendamente superior en la primera parte y los amarillos no tenían nada que ver con el equipo que habíamos visto 24 horas antes. Tras el descanso, un gran tercer cuarto de los de Pedro Martínez, logramos recortar las distancias, pero no lo suficiente para remontar. El Valencia defendía al límite y literalmente “le entraba todo”, letales desde el triple (Pau Ribas, Rafa Martínez,…) y con Doellman como jugador estrella. Por parte nuestra, destacar a Newley, que echó el resto (con un par de…), anotaba y reboteaba, pero no era suficiente. Buenos minutos de Slokar que aprovechó la oportunidad. Al final, Nelson ayudó a maquillar el resultado y “sólo” perdimos de 11 ante un equipo que lo hizo todo bien.
Lo mejor vino después del pitido final. La afición del ‘Granca’ lo dio todo en un Buesa Arena ya prácticamente vacío. Parecía que habíamos ganado. “Oe amarillo oe oe”, “Campeones, campeones”, “me gusta la bandera”, “yo soy canarión, canarión, canarión”, etc. Hasta que volvió a salir el equipo, subieron a la grada y algunos dijeron unas palabras, Pedro incluido. Luego, ya mucho cachondeo, y unos cuantos a esperar la salida de los equipos del vestuario a la guagua. Primero saludar a los aficionados valencianos. Muy buen rollo con ellos y risas con cosas como “ Pau Ribas, métete un triple si eso…” o “ San Miguel es sin alcohol” (el jugador lleva el 00 a la espalda). Luego, con los jugadores del Granca que se acercaron: Nelson, Scheyer, Bellas y sobre todo Eulis Báez, muy simpático que se sacó fotos (peluca, gafas y antenas amarillas) con los aficionados. Y Pedro Martínez, entre todo el cachondeo, se acerca a nosotros, se hace el silencio y sus palabras, con una sonrisa, fueron: “El domingo hay que ganar al Murcia”. El míster no descansa nunca. Despedimos al equipo y tocó ir caminando desde el pabellón hasta el centro de la ciudad, ya no pasaban las guaguas… una media hora con el fresquito de Vitoria a medianoche. Pero contentos. Somos sin duda la mejor afición. Cuando uno pierde y se va como si hubiese ganado, eso es grande.
Aquí un vídeo de la ACB de El Malaguita, el representante de la marea amarilla.
Hoy, toca ir a una final de Copa subjetivamente descafeinada, en la que espero ver buen baloncesto y que gane el Valencia.
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