SA SPURS 96 – MIAMI HEAT 98. LAS COSAS EN SU SITIO


 

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Quiso regalarnos el baloncesto otro partido emocionante repleto de acciones brillantes entre dos equipos muy bien entrenados que, aunque con filosofías muy diferentes, honran a este deporte cada vez que pisan la cancha. Quiso ofrecernos, además, una reedición de los cinco minutos finales igualados del primer partido, una especie de dèja vu con dos matices fundamentales: la mayor urgencia de Miami y la presencia de Lebron.

La primera mitad se saldó con un reparto equitativo entre ambos equipos. El primer cuarto fue de San Antonio que dominó el rebote y gracias a ello, el tiempo del partido. Duncan mostraba su mejor versión y Splitter le acompañaba en tareas menos vistosas. En el segundo cuarto, sin embargo, despertó Lebron quien en una serie de acciones consecutivas logró igualar la contienda gracias, además, a que los Spurs no pudieron sumar más de 17 puntos en el período.

Y en el tercer cuarto todo volvió a su ser. Anotó San Antonio a través de siete jugadores y ocho asistencias. Por parte de Miami desplegó Lebron su juego más fino dedicado a aquellos que le tachan de bulldozer y critican su técnica anotando tiros en suspensión desde diversas distancias aprovechando el metro de seguridad que cualquier defensor le concede por temor a su primer paso. Ya sabíamos que el de Ohio siempre mejora sus prestaciones tras una derrota, siempre que un partido se torna decisivo. Esta vez fue el público de San Antonio el que añadió aún más salsa picante, típica de la región, para que James, además, encontrara un motivo extra para brillar y dejar sin validez las pancartas que insinuaban su falta de hombría y cuestionaban su dureza.

Con el aire acondicionado funcionando y perfilado un último cuarto que iba a decidirse por detalles Popovich, en una demostración de que cuando quiere puede ser elocuente, incluso ante las cámaras de la TNT, afirmó que quería que Lebron jugara de quarterback, es decir de director de orquesta, de pasador. Y de alguna manera lo consiguieron sus jugadores al compás de su maniobra táctica. Leonard le apretó sin cuartel sabedor de que las ayudas estaban preparadas. El lado débil dejó de ser un lado y la defensa individual un eufemismo de la zona que en la práctica plantearon los Spurs para defender a James.

Fue un período marcado por la tensión. Los porcentajes se resintieron a pesar de que San Antonio consiguió generarse buenas ocasiones de tiro. Sólo Ginobili encontró la manera de sumar, aunque su último triple sólo sirviera para maquillar un resultado ya decidido. Se olvidaron los de Popovich de buscar a Duncan en las proximidades del aro, quizá intimidados por la presencia de Andersen a quien Spoelstra ha confiado la misión de frenar a la leyenda. Brilló nuevamente Lebron con dos canastas seguidas que enfriaron el ambiente y pusieron en franquía a su equipo, aunque tal vez sea más destacable el papel que jugó limitando la capacidad de Parker gracias a su mayor envergadura. Y a pesar de todo ello, volvió a ser Bosh el que determinara el desenlace del partido con un triple decisivo, otro más, desde la esquina aprovechando el exceso de atención de la defensa sobre James.

Las finales viajan a Miami para la disputa de dos encuentros. El regreso a la fórmula 2-2-1-1-1 favorece en este caso a unos Spurs a los que no les debe parecer una empresa demasiado complicada vencer uno de los dos y viajar de vuelta a San Antonio con la maleta ordenada y la eliminatoria bajo su dominio. Eso sí, tendrán que vérselas con el especialista en poner las cosas en su lugar, con Lebron James. 

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