Se escurren los últimos días de mayo y con ellos concluye la temporada regular en la Liga Endesa y comienzan las eliminatorias por el título. El Real Madrid, tras dominar con puño de hierro la competición nacional, encara los últimos partidos del curso seguramente tocado tras lo ocurrido en Milán y con la intención de salvar una temporada que se presentaba luminosa allá por febrero y que se torció en el peor momento.
Interrumpimos este relato sobre los avatares del equipo blanco en la competición el pasado 31 de marzo y hasta allí nos remontamos para retomarlo.
Terminaba marzo con Carroll de baja por lesión y Draper aún renqueante y el club decidía no fichar ningún recambio, confiando en que ambos estarían a pleno rendimiento con tiempo suficiente para jugar la Final Four de la Euroliga. La apuesta era arriesgada pues, aunque ambos jugadores no están entre los que más minutos disputan del equipo, sí que su labor es fundamental en el transcurso de los partidos. Sea como fuere, se especuló sobre posibles recambios entre prensa y aficionados que finalmente quedarían desmentidos por el devenir de los acontecimientos.
El primer partido que disputó el Madrid en abril fue de Euroliga, contra el Lokomotiv Kuban de Krasnodar, que se jugaba sus últimas opciones de estar en cuartos de final y que en el partido de ida había creado muchísimos problemas al equipo blanco. Sin embargo, en el Palacio de los Deportes se vio un equipo sin alma y absolutamente entregado al que el Madrid laminó sin necesidad de jugar ni a medio gas, abriendo además hueco en el basketaverage con el CSKA de Moscú, lo que parecía sentenciar el primer puesto del grupo del Top 16.
Mientras tanto, en la Liga Endesa el Madrid recibía al Cajasol de Aíto en un partido en el que hubo que sudar tinta para llevarse la victoria y en el que los sevillanos crearon muchos problemas hasta la eliminación por personales de Porzingis. A estas alturas de la temporada, el Madrid emitía claras señales de cansancio y se le veía tratando de reservar las mayores fuerzas posibles.
En el último partido del Top 16 vino la gran sorpresa de la temporada hasta el momento, con la derrota en Kaunas en un partido jugado como si el equipo no se jugase nada. El Zalgiris acababa de perder en la competición doméstica con el modestísimo Neptunas y Stombergas, su técnico, se jugaba el puesto ante el Madrid. Los blancos podían sentenciar el primer puesto del grupo y ya sabían que, de hacerlo, se cruzarían en cuartos con el Panathinaikos y, de llegar a la Final Four, con el ganador de la eliminatoria entre Maccabi de Tel Aviv y el Armani Milano, a la sazón organizador de dicha Final Four.
Extraño partido en Lituania que se escapó incomprensiblemente. O el equipo tuvo su peor día en mucho tiempo o eligió rival en cuartos. El caso es que voló la primera posición del grupo y cayó en suerte en la eliminatoria el Olympiacos del Pireo, campeón de las dos últimas ediciones y que amargó al Madrid la Final Four de la pasada temporada.
El Madrid se recuperó de la derrota en tierras lituanas en el derbi contra el Estudiantes en un partido en el que de paso superó su propio récord de 27 victorias seguidas en ACB, conseguido en la temporada 84/85. Nótese que nos referimos únicamente a la etapa de la ACB, puesto que entre 1971 y 1974 el Madrid de Ferrándiz consiguió la increible suma de 61 victorias consecutivas en la por entonces liga Nacional. No fue el mejor partido del Madrid el jugado contra un Estudiantes que empezaba a ver la salida del túnel en el que llevaba desde la primera jornada de liga, pero se mantuvo la inercia ganadora.
El equipo aparcó la competición nacional por una semana para disputar la eliminatoria de cuartos contra el Olympiacos. Cinco partidos a cara de perro en los que el Madrid pasó muchísimos apuros para derrotar a un rival que demostró sobradamente por qué había ganado las dos últimas Copas de Europa. Tan solo el primer partido a partir del segundo cuarto y el final del quinto partido fueron cómodos para el Madrid, que vio en el resto de los enfrentamientos cómo los griegos jamás bajaban los brazos ante cada intento blanco por despegarse.
En el primer partido el Madrid pudo hacer su juego durante la mayor parte del encuentro y terminó llevándose una victoria clara con fases de buen juego que recordaron al de los primeros meses de competición. El Madrid entró mejor en el partido y al final del primer cuarto el partido parecía resuelto, pero tras la reanudación el Olympiacos remontó en lo que parecía una repetición de la final de Londres 2013. Sin embargo esta vez el Madrid reaccionó y se llevó una buena victoria. El segundo partido comenzó con un festival anotador que cambió en el descanso, cuando el Olympiacos ajustó los cambios automáticos en su defensa y el Madrid quedó bloqueado. Desde ahí el partido se volvió áspero y los blancos sobrevivieron a un mal final de partido para irse al Pireo 2-0.
En Grecia el Madrid caería en los dos partidos, víctima de la defensa griega, del buen hacer de Spanoulis en la dirección del juego y de sus propios errores al final de los partidos. La eliminatoria volvió a Madrid igualada a 2 y el equipo acumulaba dos derrotas consecutivas por única vez en toda la temporada hasta ahora. Por entonces, la eliminatoria tenía además un daño colateral que era la nueva lesión de Draper, que se partía la muñeca al intentar robar un balón.
En el quinto partido de la eliminatoria no cabía un alfiler en las gradas del Palacio. Conscientes de la importancia del choque, los jugadores blancos salieron muy concentrados y trataron de romper el choque desde el salto inicial. Sin embargo, el Olympiacos recurría una y otra vez a sus mejores virtudes, que son la paciencia y el no irse nunca de los partidos. Así, mantuvieron el choque vivo hasta que en el último cuarto una técnica a Spanoulis marco la rendición griega. Tras casi cuatro partidos completos sufriendo, el Madrid por fin podía disfrutar de unos últimos minutos de la eliminatoria tranquilos viendo el pase a la Final Four asegurado. El sueño de la novena Copa de Europa estaba muy cerca.
Pero antes de viajar a Milán el Madrid aún debía jugar cinco partidos más en la Liga Endesa. En el primero de ellos recibía a un Valencia Basket que afinaba su puesta a punto para la final de la Eurocup. Un Madrid visiblemente cansado perdería la imbatibilidad en la liga en un partido en el que los valencianos dominaron durante 35 minutos, acumulando ventajas por encima de los 20 puntos antes de que cinco minutos de locura blanca estuvieran a punto de darle la vuelta al marcador. El choque acabaría con un espectacular 105-110, con un 39-24 en el último cuarto. El Madrid perdió pero conservó el basketaverage a favor con el Valencia Basket.
A continuación, el Madrid debía recuperar el partido aplazado ante el FIATC Joventut de la 28ª jornada de liga, que coincidió con el playoff de Euroliga. El Madrid arrolló a los de la Penya por un claro 106-88, desquitándose de la derrota ante el Valencia. Su siguiente víctima sería el CAI Zaragoza, 92-79, con un espectacular partido de Rudy Fernández, que tal vez jugaba su mejor partido como profesional. Sin tiempo para descansar los blancos visitaban Fuenlabrada, donde también se impondrían por 67-94, sin dar la más mínima opción a sus vecinos y se prepararon para visitar el Palau Blaugrana en lo que era un anticipo de la semifinal de Euroliga.
Y en el Palau el Real Madrid no pudo hacer frente en ningún momento al FC Barcelona. Derrota clara por 86-75 en un partido en el que los blancos entraron fríos, se vieron muy pronto con 16 puntos abajo y sus intentos de remontada se estrellaron una y otra vez contra un FC Barcelona muy serio. Quedaba la duda de si el Madrid se había reservado para la Final Four o realmente el Barcelona llegaba más fino al partido que marcaría la temporada de uno y otro equipo.
Y la duda se disipó pronto: el 16 de mayo a las nueve de la noche saltaban los dos equipos al Mediolanum Forum de Milán sabiendo que en la anterior semifinal el Maccabi de Tel Aviv había dado la campanada dejando fuera al CSKA de Moscú.
El Barcelona entró mejor en el partido y de la mano de Huertas y Tomic se ponía con un 12-4 a mitad del primer cuarto que parecía pronosticar una repetición del choque del fin de semana anterior. Pero a partir de ese momento el Madrid apretó en defensa y el Barcelona fue barrido por un tsunami descomunal. 62-100 fue el marcador final de un partido para el recuerdo. El equipo blanco jugó el partido perfecto al ritmo endiablado en defensa y ataque que ha mantenido durante casi toda la temporada para hacer trizas al eterno rival y postularse como máximo favorito al trono continental.
El 18 de mayo a las ocho de la tarde saltaron a la cancha Maccabi y Real Madrid para jugar la gran final de la competición. El choque más repetido de la historia de las competiciones continentales se jugaba esta vez en la gran final. El partido empezó al ritmo que marcaba el Maccabi y la defensa de ajustes con cambios automáticos en los bloqueos ordenada por Blatt se atragantaba al Real Madrid que pronto se vio abajo en el marcador y solo encontraba el triple como arma para resolver sus ataques. Hasta el minuto 8 no se produjo la primera canasta de dos puntos.
Fue en ese minuto, con la entrada en pista de Felipe Reyes y de Sergio Rodríguez, cuando el Madrid empezaría a darle la vuelta al marcador. Liderados por Felipe y Rudy, los blancos amenazaron durante casi todo el segundo cuarto con romper el partido, llegando a situarse 33-22 arriba, pero un mal final de cuarto dejaba el marcador en un 35-33 que dejaba todo abierto. El Maccabi hasta entonces había marcado el ritmo de juego salvo los minutos en los que el Madrid había podido correr.
La segunda parte fue agónica para los blancos. Con el marcador en un puño, el Maccabi dictaba el estilo de juego y el Madrid seguía abusando del triple. Metidos en la telaraña de Blatt, el Real Madrid perdía la batalla del rebote, tenía muchos problemas para contener el pick and roll central en defensa y Rudy Fernández se iba apagando. Felipe Reyes, que había jugado una fenomenal primera parte, desaparecía del partido y era Sergio Rodríguez quien sostenía al equipo con sus puntos. Y así llegamos al último minuto, en el que el Maccabi consiguió una renta de 4 puntos, 69-73, que el Madrid pudo remontar con cuatro tiros libres a falta de unos segundos para el final.
La última defensa blanca no fue muy buena y Rice tuvo el tiro ganador en el último segundo, pero fue escupido por el aro. Prórroga. El Madrid volvía a la vida tras estar muerto pocos segundos antes.
Pero la prórroga fue una pesadilla. El Maccabi había olido la sangre y no dejó pasar la oportunidad. Con Rice destrozando la defensa blanca, los macabeos arrollaron en esos últimos cinco minutos con un parcial de 13-25 para proclamarse campeones por 86-98. Sexta corona europea del equipo israelí. El Madrid de nuevo moría en la orilla.
Concluye así el recorrido blanco por Europa con 26 victorias y solo 5 derrotas, lo que es la mejor marca de los participantes. Desgraciadamente, una de esas derrotas fue en la final, lo que dejó al club blanco con la miel en los labios.
Tras la decepción europea el Madrid aún jugó dos partidos más en la liga nacional, contra Guipuzkoa Basket y Unicaja, ganando ambos y mostrándose melancólico especialmente en el primero de ellos. Sin lugar a dudas el varapalo de Milán ha sido duro y el equipo debe pasar página cuanto antes si no quiere pagarlo en la lucha por la liga.
La fase regular de la Liga Endesa se ha cerrado con una marca de 32-2, que supone un nuevo récord en la historia de la competición desde que se disputa con el actual formato. El club blanco ha arrollado en casi todos los partidos, dando espectáculo prácticamente en cada choque y solo ha doblado la rodilla ante Valencia Basket y FC Barcelona. Precisamente valencianos y barcelonistas aparecen como principales rivales del Madrid en la lucha por el título. Ambos van por el lado contrario del cuadro de eliminatorias y por tanto los blancos solo podrían verse las caras con uno de ellos en una eventual final de liga, liga de la que el Madrid es el campeón en ejercicio.
En pocas semanas sabremos si el equipo repite título y si todo el espectáculo desplegado durante el curso obtiene recompensa, no la que se buscaba, que se quedó en Milán, pero sí al menos en forma del trigesimosegundo título de campeón de liga.
En JordanyPippen nos interesa tu opinión