La Cara B de Pedro Martínez


La cara B de... Pedro Martínez

Foto: Miguel Henríquez

Judit: ¿Cómo lograste dejar de fumar?

Pedro: Después de muchos intentos. Me ayudó un libro que se llama “Dejar de fumar es fácil si sabes cómo”. Me sirvió para reflexionar y, sobre todo, a crear una estrategia para conseguirlo. Me costó bastante esfuerzo porque estaba muy enganchado, es de las cosas de las que más orgulloso me siento en mi vida. Me parece un vicio horrible, fue un gran triunfo para mí.  El planteamiento fue “en cuanto se acabe la temporada dejo de fumar”. Después de la primera temporada aquí, estaba en el aeropuerto de Barcelona esperando a que saliera la maleta (todavía se podía fumar en el aeropuerto) y ahí me fumé el último. Me quedaban dos en ese paquete y los tiré, dije: “A ver si soy capaz”. En mayo hará 11 años.

 J: En Badalona, frecuentabas mucho una discoteca (Titus) con Alfred Julbe, ¿qué hacían?

P: [Risas] Esto fue hace muchísimos años… Lo que hacíamos era ver partidos de baloncesto, nosotros y algunos más. En aquella época costaba mucho ver partidos. Conocíamos al dueño de la discoteca que tenía un contacto en Estados Unidos y le enviaba partidos (del All Star o algún partido bueno de la NBA), entonces los ponían y los repetían muchísimo. La gente iba a ligar, a beber,… y nosotros estábamos más bien pensando en baloncesto: “¿Te has fijado qué movimiento ha hecho?” Era una novedad, ya estábamos muy enganchados al baloncesto. Esto fue por los años 83-85 que estábamos entrenando al Sant Josep de Badalona.

J: Mucho entrenador pasaba por esa época por el pabellón del Sant Josep…

P: Sant Josep es un club con una pista muy antigua en el centro de Badalona. Aíto García Reneses entrenaba al Cotonificio, un equipo de primera división que utilizaba la cancha del Sant Josep, solían entrenar por las tardes, primero Aíto y luego Manel Comas, cuando Aíto fichó por el Joventut. Nosotros éramos entrenadores de formación del club y nos daban permiso para ver los entrenamientos. Luego, ya con el tiempo, cogimos cierta confianza y cuando había alguna tertulia en el bar, que es un bar muy mítico, nos sentábamos allí,  a escuchar cómo hablaban, cómo explicaban las tácticas que hacían, cómo había ido el partido,… Se portaban muy bien con nosotros y nos dejaban estar. Es un club con una fama (sobre todo en aquella época) de hacer las cosas muy bien.  De ahí salimos Alfred Julbe, Trifón Poch, Juan Llaneza, yo,… Era un club, digamos, como un poco trampolín. 

J: Tras la desaparición del Akasvayu Girona, pudiste ir a San Antonio con Diego Ocampo (actual entrenador ayudante en Cajasol), ¿eso compensó de alguna manera el disgusto?

P: Una vez que nos quedamos sin equipo, tanto Diego como yo, la idea fue intentar aprovechar el tiempo. Tuvimos la oportunidad de ir a través de Antonio Maceiras (ex Director General del Akasvayu) que fichó por los Spurs y  nos abrió las puertas. Se portaron sensacional con Diego y conmigo que íbamos un poco de pueblerinos. Nos dejaban ver todos los entrenamientos, nos invitaban a todo, nos iban a buscar al hotel. Se portaron francamente bien, hasta tal punto que había un partido amistoso contra Houston, el de la presentación del equipo, y hablamos con el General Manager de los Spurs para las entradas. Nos preguntó que cómo íbamos a ir a Houston y le dijimos que estábamos mirando para ir en coche, hizo una llamada y al final nos llevaron en el avión privado de los Spurs con el equipo, fuimos, vimos el partido y volvimos con ellos.

J: ¿Por qué te afiliaste a Greenpeace?

P: Primero, porque me parece una ONG que hace un buen trabajo muy interesante y luego, porque hubo una acción que hicieron que me pareció excelente. Pintaban a las focas con una pintura que hacía que la piel dejara de ser válida para la gente que trafica con esto.  Me pareció una idea muy brillante, era una manera de proteger a esos animales. Entonces decidí que a partir de ese momento  colaboraba con ellos.

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En una escapada reciente en La Palma 

J: ¿Se puede uno lesionar dirigiendo un partido?

P: [Risas] Sí se puede y varias veces. Una fue en la final de la Copa Korac con el Joventut en mi debut, la pista estaba mojada, me levanté muy rápido en un tiempo muerto, me resbalé y al caer me fastidié la muñeca. La otra fue con el GranCa en Málaga contra Unicaja hace tres temporadas. Era el último partido de la primera vuelta y si ganábamos nos clasificábamos para la Copa del Rey. Fue en un balance defensivo diciéndole a los jugadores que bajaran rápido, noté un tirón muy fuerte en la rodilla, me rompí el menisco tuve que operarme. Ganamos y desde allí el equipo viajaba a Kazán y no pude ir. Es el único partido que me he perdido en mi vida en todas las categorías en las que he estado desde que empecé a entrenar hace treinta y pico años.

J: Ir hablando de baloncesto con Israel González (entrenador ayudante) mientras caminan a veces puede traer alguna complicación…

P: No nos han atropellado de milagro [risas]. Cuando estábamos en el CID íbamos caminando a casa y con la conversación hemos cruzado en rojo algún semáforo y nos han pitado… Los dos muy absortos en el tema, a veces hemos dicho que tendríamos que vigilar. Hace poco en Atocha también perdimos al grupo porque iban delante y de repente ya no estaban, tuvimos que llamar para ver dónde estaban. Vamos en nuestro mundo. 

J: Dicen que desde siempre has estado obsesionado por aprender baloncesto, ¿con la edad esto se va pasando?

P: No. El baloncesto un deporte muy vivo y creo que no puedes pararte. Aunque no fuera entrenador lo seguiría haciendo. Creo que el baloncesto es muy evolutivo y me gusta ver cómo los grandes equipos y los grandes entrenadores reaccionan, hacia dónde va la táctica, la técnica,… Me gusta mucho y casi te diría que es algo que me obsesiona, saber qué se hace o hacia dónde va el baloncesto.

J: En unas vacaciones en la Costa Brava te empeñaste en tirarte al agua desde un acantilado a pesar de tu vértigo…

P: Había un acantilado y la gente se tiraba, pero era gente que controlaba. Una vez allí, me impresionó mucho.  Estaba con un amigo y no quiso tirarse. Allí estaba mi familia esperando a ver si me decidía o no, tenía 39 años y al cabo de una semana cumplía 40 y dije estas cosas hay un momento en las que ya no las vas a poder hacer y lo hice. Una hostia impresionante por cierto…

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Con sus hijos, Pol y Claudia, el primer año en Gran Canaria.

J: ¿Un lugar para ir de vacaciones con la familia?

P: En mi familia somos muy isleños. Lo pasamos muy bien un año en Lanzarote. También hemos ido bastantes veces a Menorca. Aunque seguramente que el sitio que más nos impacto fue Nueva York, sobre todo a mi mujer.

J: ¿Qué series estás viendo ahora?

P: Después de Breaking Bad y de que se acabara True Detective pues no he encontrado ninguna que me  acabe de enganchar.  Vi la primera temporada de House of Lies, pero la segunda no me está gustando tanto.

J: Sales a correr normalmente y después de hacer la San Silvestre con Víctor García (entrenador ayudante), ¿tienes previsto participar en alguna carrera?

P: No, no tengo ninguna. Sigo yendo a correr 2-3 veces por semana y cuando no entreno, intento ir casi a diario. Va muy bien para la cabeza y para todo, muchas veces ves las cosas de una manera y después de correr las ves de otra.

J: Y alguna excursión más larga de lo esperado por el centro de Gran Canaria…

P: Hace dos años, Joaquín Costa (Presidente) nos llevó con Berdi Pérez (Director Deportivo), Isra y Víctor al centro de la isla a hacer una excursión teóricamente de 1 hora y media. Estuvimos 6 horas caminando para arriba y para abajo: “Es por aquí. No, es la siguiente…” Hubo un momento en que nos cayó toda la niebla. Joaquín se perdió, aunque él dice que no [Risas]. El día empezó muy bien, comimos  por allí y después de comer pues era la caminata de una horita y media. Al final, llegamos a las 8 de la noche, destrozados. Sensacional la zona, muy bonita, que Gran Canaria no es solo playa.                                                          

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 J: Si no fueras entrenador, ¿qué serías?

 

P: No lo sé. Estudié Historia y mientras estudiaba empecé a hacer sustituciones de profesor de Geografía e Historia en E.G.B. Supongo que esa era la idea, pero el baloncesto empezó a pedir más. Fiché por el Joventut y decidí contra la opinión de mi padre dejar de estudiar y jugármela un poco con la idea de ser entrenador profesional. Mi padre llegó a verme unos cuantos años ya siendo profesional, pero evidentemente en su momento fue un disgusto, muchísimas conversaciones sobre ese tema, que fuera entrenador de baloncesto al nivel hasta al que lo había sido le parecía muy bien, pero no que dejara de estudiar. Cuando fiché por el Joventut fue un momento muy importante en mi carrera, no por lo que me pagaban, que era muy poco, de hecho seguía viviendo con mis padres. Por ejemplo, hasta entonces no sabía nada de inglés, con 26 años sabía los colores y poco más. No me pagaban mucho como entrenador pero sí me daban cursos de inglés, un profesor particular, clínics, viajes a Estados Unidos,… Creo que eso fue muy bueno porque me permitió seguir formándome. En aquella época con el junior de la Penya, entrenábamos a cualquier hora, en cuanto los jugadores tenían una hora libre sin clase. Fue cuando decidí dejar la universidad y centrarme en el baloncesto. [Risas] Aparentemente, salió bien.

Entrevista de la revista oficial del Herbalife Gran Canaria (Marea Amarilla).

 

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