Al iniciar un nuevo año es habitual marcarse metas, a menudo ambiciosas, para tratar de demostrarnos a nosotros mismos que podemos cambiar lo que hicimos mal en el anterior, dejar atrás vicios y debilidades.
El problema de subir demasiado el listón es que puede volverse inalcanzable y entonces el pesimismo y el derrotismo se apoderen de nosotros. ¿Es eso lo que le ha ocurrido al FC. Barcelona? ¿Qué podemos esperar del equipo en la Copa? ¿Cuál es su listón?
El Barça empezó la temporada con grandes expectativas, pero el paso de los partidos niega una y otra vez dicha premisa. El equipo no transmite seguridad, no importa el rival ni la ventaja que podamos tener, pues no somos capaces de atar el partido. El conjunto azulgrana adolece de una fragilidad mental preocupante; el pundonor y la intensidad que mostraba antaño son ya parte del pasado. El equipo no transmite y los fichajes decepcionan. Se ve en pista a un equipo triste y demasiado dependiente de genialidades.
El Barça tiene una gran debilidad en la que antes era su gran fortaleza: la defensa. El equipo tiene muchos problemas en administrar ventajas o cerrar encuentros, no existe apenas intimidación y las carencias en el rebote son importantes.
Dicho esto, es bueno templar los ánimos y echar un vistazo al balance del mes de Enero para darnos cuenta de que tampoco estamos tan mal y que la línea es ascendente. ¿Seguimos sufriendo en la mayoría de encuentros? Sí, pero ahora los ganamos. Y si bien seguimos sudando para ganar, al menos ahora lo hacemos ante rivales más fuertes.
El balance de 8 victorias en 9 partidos demuestra que estamos en el buen camino, pero es importante que técnico, jugadores y entorno sigan trabajando para enmendar muchos errores que se siguen cometiendo.
El conjunto culé ha ganado en las siempre difíciles pistas griegas frente a un Olympiacos que hasta el momento se había mostrado como uno de los colosos de la competición antes de su inesperada derrota frente al Emporio Armani y ante el siempre combativo Panathinaikos, que a pesar de ser un equipo venido a menos, sigue siendo peligroso bajo el timón de Diamantidis.
El equipo azulgrana se ha sobrepuesto al infierno griego y sus condicionantes (ya sabéis de lo que hablo) y eso demuestra carácter.
Somos el único equipo imbatido del TOP 16 pero no debemos dormirnos en los laureles, queda mucho trabajo por hacer, mucho potencial que proyectar.
El partido de ayer ante el Panathinaikos ejemplifica perfectamente la situación que acompaña al equipo a lo largo de la temporada:
No maneja el tempo del partido en ningún momento, los parciales que da le son devueltos al poco tiempo, la fragilidad defensiva es evidente y el poder de intimidación es nulo cuando Dorsey está en el banquillo, lo que provoca que el equipo deba cerrarse para contener las penetraciones rivales, dejando así el suficiente espacio a los perimetrales para tirar libres de marca.
Pocos equipos habrá en Europa que presenten un Frontcourt con tantos centímetros como puede hacer el equipo azulgrana, y sin embargo el control del rebote sigue mostrando muchas lagunas (en el TOP 16 tan solo se han mostrado superiores frente al Anadolu Efes).
Frente a Panathinaikos hemos vuelto a ver lo difícil que se les hace a los hombres de Pascual cerrar un partido. El descalabro ofensivo en los últimos compases del encuentro han evidenciado la falta de ideas (en momentos de ahogo no se envían balones a la pintura). Afortunadamente el equipo heleno ha respondido a este despropósito con la misma moneda y se ha mostrado incapaz de remontar un partido que le hemos puesto en bandeja.
El FC. Barcelona llega al compromiso de Copa en el mejor momento de la temporada, pero eso tampoco es garantía de nada.
¡A seguir mejorando!
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