
Aprovechando estas fechas en las que todo son buenos deseos, aunque duren quince días, me atrevo a pedir los míos para el ‘aro’ nuevo. Lo primero no olvidarnos de los que trabajan abajo si queremos seguir estando arriba. Invertir en enseñanza, es invertir en futuro; teniendo buenas escuelas conseguiremos grandes alumnos. Necesitamos maestros valorados que enseñen de verdad y crean donde y con quien trabajan. Antepongamos la idea del juego a la del resultado para encontrarnos más adelante con jugadores en vez de autómatas. A los niños que empiezan, que sólo se preocupen de disfrutar, sonreír, trabajar y mejorar. La vida deportiva siempre es más larga de lo que algunos se piensan, y el ‘éxito’ o el ‘fracaso’ (que para mí no existe) se debe valorar cuando se cruza la meta jamás cuando se está saliendo.
Llenemos las canteras de espejos, donde los niños se sientan encantados de mirarse, y diversión, para que salgan del entrenamiento con los ojos como platos y la sonrisa en la cara. Sembrar y abonar siempre da frutos para el campo.
Al baloncesto profesional le pediría que siga soltándose el corsé, rompa con el tedio y enamore a la grada divirtiéndola (cada vez veo más con esa vocación). Nadie paga, y menos en los tiempos que corren, por pasar dos horas en pijama y bostezando. A todo el mundo le gusta ganar, pero cuando no ganas valoras el buen rato que has echado viendo a gente corriendo y saltando con alegría.
Espero que en las guerras intestinas por hacerse con el ‘poder’ en la ACB, el que gane sea el baloncesto español y su liga más importante, y no la cuenta nada corriente del que la acabe dirigiendo. Si todos se preocupasen por el aro, y no de que algunos pasen por él, las cosas del mejor juego del mundo irían mucho mejor.
Ya sé que nadie me va a escuchar, pero sería feliz con una liga en la que se valoren los resultados deportivos, baje el que tenga que bajar, suba el que se lo ha ganado entre aros y juegue en Europa el que se lo haya merecido en pantalón corto sin prebendas ni impuestos revolucionarios.
Me encantaría ver cada vez más españoles en las plantillas para que no tengan que emigrar mientras traemos, en muchos casos, mediocridades de medio pelo donde sólo destaca el sonido de sus apellidos o la extraña forma de hablar. Si lo que viene de fuera es angula del cantábrico la comemos con gusto, pero si es sucedáneo no tragamos.
Sueño con un baloncesto profesional donde a los jugadores, entrenadores y empleados se les respeten sus contratos y puedan vivir dignamente, y que las SAD sean lo que puedan ser sin quimeras que llevan a la ruina.
Pido gradas más llenas, una televisión de todos que piense en nuestro balón y patios plagados de canastas con futuro.
Gracián decía que donde acababa el deseo comenzaba el temor; no temáis nada, anhelarlo todo.
Mis mejores deseos para nuestro baloncesto y para todos los lectores de JordanyPippen. Feliz Navidad y un inmejorable 2014.
Escrito por Mikel Cuadra (@mikelcuadra)
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