
El pasado 3 de octubre nos dejaba Sergei Belov a los 69 años de edad. Retirado en 1980, su historia queda ya tan lejana que hemos olvidado su nombre entre el de tantos jugadores que han aparecido detrás de él, pero Belov fue en su día una gran estrella y es uno de los mejores baloncestistas de todos los tiempos. Alero de un metro y noventa centímetros, fue uno de los mejores tiradores de la historia de este deporte y posteriormente un entrenador de reconocido prestigio. Esta es su historia.
Sergei Alexandrovich Belov fue a nacer un 23 de enero de 1944 en el pequeño pueblo de Nashyokovo, en el Oblast de Tomsk, Siberia Occidental. Incluido de niño en los programas de aprendizaje deportivo de la Unión Soviética y posteriormente en el programa deportivo del ejército, sus primeros pasos como jugador de baloncesto los daría en el Uralmash de Sverdlosk, club en el que permaneció entre 1964 y 1967.
En 1967 formó parte de la selección soviética campeona del Mundo en Uruguay. A la fase final del Mundial llegaron siete equipos que debían disputar una liguilla todos contra todos a un partido para conocer el ganador. La URSS perdió en la cuarta jornada por un punto ante EEUU (59-58), pero los americanos cayeron al día siguiente ante Yugoslavia por 73-72. La sorprendente derrota de Yugoslavia ante Uruguay en la penúltima jornada dejaba a los tres equipos empatados de cara al último día de competición. Brasil, a la postre medalla de bronce, venció en el último partido a los estadounidenses por 80-71, mientras que los soviéticos no fallaban ante los yugoslavos, imponiéndose por 71-59 y logrando el primer título Mundial de su historia.
En 1968 fue fichado por el equipo del ejército de Moscú, al que hoy todos conocemos como CSKA Moscú y al que por entonces se llamaba TSKA. Ese año de 1968 Belov participó con la selección soviética en los Juegos Olímpicos de México y recibió la más alta calificación deportiva de la URSS, el Máster de Honor del Deporte de la URSS, lo que dentro de la jerga soviética de la época vendría a significar que había sido reconocido como un deportista internacional que había hecho una gran contribución al deporte. Tras ganar los 7 partidos de su grupo en los Juegos, la selección de la URSS se enfrentó en semifinales a la de Yugoslavia. Los yugoslavos, liderados por dos auténticas leyendas del baloncesto, Kresimir Cosic y Radijov Korac, se impondrían a la URSS por un punto, 63-62, para posteriormente perder la final ante EEUU (50-65), mientras que los soviéticos se llevaban el bronce ante Brasil por 70-53.
Ya en el TSKA de Moscú, Belov formaría parte del equipo que en 1969 se proclamó campeón de Europa por tercera vez en una final muy recordada y no exenta de polémica (no sería la única ni la más polémica final en la carrera de Sergei Belov).
LA FINAL DE BARCELONA
El 24 de abril de 1969 se celebraba en Barcelona la final de la Copa de Europa. A ella habían llegado el Real Madrid de Pedro Ferrándiz, campeón las dos ediciones pasadas, cuádruple campeón de Europa ya por entonces y absoluto dominador de la década y que había revolucionado el baloncesto europeo al empezar a mirar a Estados Unidos para reforzar sus plantillas. Enfrente tenía al TSKA de Moscú, doble campeón de Europa entonces y que en 1965 había perdido la final ante el propio Madrid.
En un vibrante partido, los moscovitas se terminarían imponiendo en la segunda prórroga por 103 a 99, pero el enfrentamiento no se recuerda tanto por el marcador, sino por lo que lo rodeó: así, desde que los equipos saltaron a la cancha el público barcelonés tomó partido por el TSKA; en palabras de Ferrándiz, más que si el partido se hubiera disputado en Moscú. Por su parte, los moscovitas se quejaron de que el arbitraje había sido descaradamente en contra, de tal forma que al propio Belov se le anuló una canasta legal a pocos segundos del final de la primera prórroga. Ya en la segunda prórroga, Miles Aiken falló una canasta tan sencilla que según Ferrándiz debió hacerlo a propósito. Ese error daría el título en bandeja al TSKA y sería Belov el encargado de recoger la Copa de Europa, la tercera del TSKA Moscú y su primer título internacional.
Belov lideraría en los siguientes años al TSKA de nuevo campeón en 1971 ante el Pallacanestro Varese por 67-53, aportando 24 puntos y subcampeón en 1970 y 1973, las dos veces ante el equipo italiano. En la final de 1973, el marcador final fue 71-66 para los italianos. Belov anotó 36 de los 66 puntos de los moscovitas. No volvería a aparecer el TSKA en una final de Copa de Europa hasta muchos años después, pero en los doce años que Belov permaneció en el TSKA, ganó once veces la liga soviética (sólo perdió la de la temporada 1974/1975) y dos veces la Copa de la URSS.
Seguramente, el momento más recordado dentro de la carrera de Sergei Belov fue la final del torneo de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Munich’72. Es la final más polémica de la historia y la primera vez que el equipo de Estados Unidos perdía la medalla de oro en los Juegos.
MUNICH’72
La competición de baloncesto de los juegos Olímpicos de Munich se celebró entre el 27 de agosto y el 9 de septiembre. Los dieciséis equipos participantes se dividieron en dos grupos de ocho, con el mismo esquema que en los juegos anteriores, de forma que se disputaba una liguilla y los dos primeros clasificados de cada grupo iban directamente a semifinales. En el grupo A, Estados Unidos ganó muy cómodamente sus partidos para plantarse en semifinales con un global de 7-0. Le siguió sorprendentemente la selección de Cuba, que fue capaz de derrotar a Brasil, España o Checoslovaquia para pasar a semifinales habiendo perdido sólo ante los norteamericanos. En el grupo B, la Unión Soviética se metía en semifinales por el mismo global de 7-0, además derrotando a Yugoslavia en la última jornada lo que provocó que los yugoslavos quedaran eliminados y fuera Italia la cuarta semifinalista. Era el 3 de septiembre y hasta entonces todo marchaba dentro de la normalidad en Munich, ciudad olímpica que trataba de demostrar al mundo que los macabros tiempos de los Juegos de Berlín de 1936 habían quedado olvidados.
Pero en la madrugada del 5 de septiembre todo se torció. Un comando de la organización terrorista palestina Septiembre Negro asaltaba el edificio de apartamentos de la Villa Olímpica donde se alojaba la delegación israelí y, tras matar a dos de los entrenadores, tomaba otros nueve rehenes entre atletas y entrenadores. Para finalizar el secuestro exigía la liberación de más de doscientos presos palestinos y de los fundadores de la organización terrorista alemana Fracción del Ejército Rojo. En la fallida operación de rescate emprendida por la policía alemana el día 6 fallecían los nueve rehenes y un agente, mientras que eran abatidos cinco de los ocho terroristas.
Increíblemente, tras la masacre de Munich, sólo se interrumpió la competición deportiva el mismo día 6, celebrándose un homenaje ante 80.000 personas y 3.000 deportistas en el que el presidente del COI ni siquiera nombró a los atletas muertos y casi culpó a Israel de la matanza. Los Juegos habían enloquecido definitivamente. Y esto no iba a ser ajeno al baloncesto.
El 7 de septiembre se reanudaba la competición y se celebraban las semifinales de baloncesto. EEUU arrollaba a Italia (68-38) y la URSS se deshacía de Cuba (67-61). Ambas selecciones llegaban invictas a la final que se disputaría el 9 de septiembre en el Rudi Sedlmayer Halle.
La selección estadounidense estaba formada por Kenneth Davis, Doug Collins, Tom Henderson, Mike Bantom, Robert Jones, Dwight Jones, James Forbes, Jim Brewer, Tommy Burleson, Tom McMillen, Kevin Jones y Ed Ratleff, dirigidos por Hank Iba. El equipo contaba con la baja de Bill Walton, oficialmente baja antes de empezar los Juegos por lesión, aunque oficiosamente se decía que era en protesta por la Guerra de Vietnam.
La selección soviética, por su parte, la formaban Anatoli Polivoda, Modestas Paulauskas, Zurab Sakandelidze, Alzhan Zharmukhamedov, Aleksandr Boloshev, Ivan Edeshko, Sergei Belov, Mikhail Korkiya, Ivan Dvorny, Gennadi Volnov, Aleksandr Belov y Sergei Kovalenko, dirigidos por Vladimir Kondrashin.
Kondrashin planteó un partido a posesiones largas y ritmo lento, tratando de evitar que los americanos pudieran correr, donde eran imparables, y logró llevar el partido al sitio que le interesaba. Al descanso, la URSS ganaba por 26-21 y a diez minutos del final del partido había estirado la ventaja hasta los 10 puntos. Sin embargo, los americanos no bajaron los brazos y a 38 segundos para el final habían conseguido reducir la desventaja a un único punto, 49-48.
A 10 segundos del final, Aleksandr Belov perdía el balón agobiado por la defensa de la selección estadounidense y el intento de canasta al contraataque de Collins era frenado con una dura falta que le mandaba a la línea de tiros libres con tres segundos por jugarse. Collins encestó el primer tiro; 49-49. Y empezó el lío.
Cuando se disponía a lanzar el segundo tiro, suena la bocina de la mesa de anotadores. Sin embargo, el árbitro no para el juego y Collins anota. 49-50. Mientras Zharmukhamedov saca de fondo para Belov, el segundo entrenador soviético se lanza hacia la mesa protestando. Cuando queda un segundo de juego, se para el partido. Entre protestas de uno y otro equipo, parece ser que la bocina que había sonado indicaba que Kondrashin había solicitado un tiempo muerto antes del segundo tiro libre, pero la mesa había reaccionado tarde. En medio de un follón monumental en el que llega a intervenir el Presidente de la FIBA, los árbitros dan la bola en saque de fondo a la URSS y devuelven el reloj a tres segundos, concediendo el tiempo muerto pedido a Kondrashin.
Kondrashin sustituye a Zharmukhamedov por Edeshko y ordena a este un saque de fondo con balón largo hasta Aleksandr Belov, que debía recogerlo bajo la canasta americana. Hank Iba por sumarte, pone a Forbes y Joyce con Aleksandr Belov y ordena a McMillen que estorbe el saque de fondo.
El árbitro da el balón a Edeshko y este es incapaz de pasar en largo ante la presión de McMillen. En lugar de eso, lo da a Paulauskas, que está a su lado, que lo lanza hacia el otro aro donde Aleksandr Belov apenas puede palmearlo ante la oposición de Forbes y Joyce. El tiro golpea en el tablero y suena el final del partido. Los americanos se abrazan, pero…
…El operario que maneja el reloj, cuando Edeshko saca, estaba intentando ponerlo en tres segundos y en su lugar marcaba aún 50 segundos. El problema con el reloj anula la jugada y, en medio de un lío mayúsculo, la jugada debe volver a empezar. Tres segundos y bola para la URSS bajo su canasta.
De nuevo Edeshko coge el balón y de nuevo se acerca McMillen. Pero de repente, McMillen se retira varios metros hacia atrás, aparentemente sin que nadie le diga nada, y Edeshko, sin oposición, lanza el balón de aro a aro. Aleksandr Belov, Forbes y Joyce saltan para hacerse con él. Joyce se sale por la línea de fondo. Forbes cae al suelo. Belov recoge la bola y encesta una bandeja fácil. La URSS es campeona olímpica.
Tras 63 partidos, la selección de EEUU pierde por primera vez en unos Juegos Olímpicos en la competición de baloncesto. El final del partido está tan cargado de irregularidades y los americanos se toman tan mal la derrota que no recogen su medalla. A día de hoy, siguen sin hacerlo. EEUU apeló el resultado del partido ante el jurado de la FIBA. Este jurado estaba compuesto por cinco jueces que rechazaron la apelación por tres votos contra dos. Componían este jurado un juez italiano, uno portorriqueño, uno húngaro, uno polaco y otro cubano. A pesar de que el voto era pretendidamente secreto, en plana Guerra Fría todo el mundo supo lo que había votado cada uno.
Con polémica o sin ella, lo cierto es que la URSS se proclamó por primera vez campeona olímpica, de la mano de un Sergei Belov que promedió 14 puntos durante el torneo, anotando 20 en la final, más del doble que ningún otro de los jugadores de los dos equipos que saltó a la pista ese día.
Sergei Belov participó también en los Juegos Olímpicos de Montreal’76 y Moscú’80, consiguiendo en ambos casos la medalla de bronce. En el partido de 1980, el rival de la URSS fue la selección española. El equipo entrenado por Díaz Miguel y compuesto por Corbalán, Solozábal, Iturriaga, Santillana, Flores, Sibilio, Margall, Epi, Brabender, de la Cruz y Romay fue barrido por la URSS por 117-94. En cualquier caso, fue el primer paso de la maravillosa generación española de los ’80, que cuatro años después por primera vez estaría presente en una final olímpica. Belov lideró al equipo soviético con 29 puntos y 3 asistencias.
En esos Juegos de Moscú, que además iban a ser la última competición de Belov como jugador de baloncesto, fue el último relevista y el atleta encargado de encender el pebetero del estadio olímpico. Sin duda un merecido homenaje a su gran carrera.
No fueron los olímpicos los únicos éxitos internacionales de Belov, sino que posee un palmarés muy extenso: oro mundial en 1967, bronce en 1970, de nuevo oro en el 74 y plata en 1978. Cuatro veces medalla de oro en el Eurobasket (67, 69, 71 y 79), plata en 1975 y 1977 y bronce en 1973. Además, en el Mundial del 70 y el Eurobasket de 1969 fue nombrado MVP del torneo.
Tras dejar el baloncesto activo, Belov se pasó a los banquillos, llevando al TSKA a conquistar otras dos ligas soviéticas, en 1980 y 1990. Ese año de 1990 fichó por el Basket Cassino italiano, al que dirigió durante tres temporadas, para volver a la Rusia post-soviética y tomar las riendas del Ural Perm Great, con el que ganó dos títulos de la Super Liga rusa en 2001 y 2002 y la Liga del Norte de Europa en 2001.
En 1991 la FIBA elaboró la lista de los mejores jugadores de todos los tiempos. Con 317, Sergei Belov fue elegido en primera posición, muy por delante de otros dos genios: Drazen Petrovic (280 votos) y Ardidas Sabonis (277). Los siguientes en la lista eran Kresimir Cosic, Toni Kukoc, Nikos Gallis, Radivoj Korac, Dino Meneghin, Drazen Dalipagic y Oscar Schmidt Becerra.
En 1992, Sergei Belov fue elegido para formar parte del Naismith Memorial Hall of Fame. Fue el primer jugador europeo en ser admitido en el Hall of Fame americano, donde se le consideraba el mejor jugador internacional de todos los tiempos.
En abril de 1995 recibió la Orden de Mérito de la FIBA. Este galardón reconoce la gran contribución de Belov al crecimiento del baloncesto.
Este es Sergei Belov. Considerado durante décadas el mejor jugador de baloncesto FIBA, lo ganó todo en su carrera y dejó actuaciones inolvidables y grandes duelos con los grandes jugadores de los últimos 60 y la década de los 70. Jugador con un gran manejo de balón, tenía un tiro en suspensión en el que saltaba muy arriba y que era muy difícil de defender, lo que le convirtió en uno de los grandes tiradores de la historia del baloncesto. Su nombre se fue olvidando poco a poco ante la inmediatez de las noticias y el bombardeo mediático que viene sobre todo del otro lado del Atlántico y que nos convierte en estrellas a jugadores mucho peores que Belov. Su fallecimiento puede ser un buen momento para reivindicar su memoria.
Ballet hecho basket
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