
28 de mayo de 2013. Permítanme que me quede con esa fecha. Un martes en Vitoria uno de los supuestos pequeños se comió a uno de los indiscutibles grandes. El Granca eliminó al Baskonia en la primera ronda del PlayOff.
El domingo anterior tras empatar la serie en el CID, el entrenador del Herbalife Gran Canaria pidió un poquito de calma para pensar en el siguiente partido y no caer en la euforia. Pero unos minutos más tarde, (lo tengo grabado en mi teléfono y me encanta) dijo literalmente: “creo que ahora mismo lo que tenemos que hacer es dormir poco y soñar mucho”. Y como si de una profecía se tratase, parece que muchos lo llevamos a cabo a rajatabla. Y es que a veces parece que el universo conspira. El trabajo duro de toda una temporada se unió a un aura de ilusión y así el Granca hizo (o está haciendo) historia.
Ya en febrero, el viernes 8 concretamente, el Buesa Arena había sido testigo del pase de los amarillos por primera vez a semifinales de la Copa del Rey (ganando al Bilbao Basket). Aquello fue muy grande. Esta vez, otra vez Vitoria, la ciudad que durante años fue casi tortura ahora es talismán.
Y así, el Granca de Pedro Martínez se ha ganado a pulso meterse en semis de las dos competiciones ACB en el mismo año. Lo de la Copa quedó ahí, con la liga aún no se sabe. Ver la piña de los jugadores al final del partido de ayer y escuchar a Tomás Bellas: “esto no queda aquí, eh señores”, da una idea de los límites que no se pone este equipo.
Ahora toca el todopoderoso Barcelona. El Granca ha podido con él en los dos partidos de este año, aunque a nadie se le escapa que el PlayOff es otra cosa. Seguro que será difícil, pero ya no parece tan imposible. Los límites vienen desde fuera, por ejemplo desde medios que dan por segura una final Madrid-Barça, ninguneando a CAI y Granca. Pero yo me atrevo a decir, que a nosotros (dejen que me incluya), los teóricos pequeños, no nos afecta demasiado. Xavi Pascual asegura que los suyos jugarán “contra un rival que es quien mejor juega de la competición, con los roles más definidos”, por algo lo dirá…
Tras tantas presencias amarillas en los PlayOff por el título, ésta, la décima, es la que ha supuesto el pase de ronda por primera vez. Atrás quedan las veces que estuvieron más cerca de lograrlo, ese 3-2 con el Joventut (2007) o el 2-1 frente a Unicaja (2009), de los que tanto he oído hablar a mis amigos. La culpa de la hazaña de esta temporada está repartida y no me atrevo a dar porcentajes. Mucha (repito, mucha) es de Pedro Martínez y sus ayudantes. Un clásico de la ACB que trabaja con maestría, la discreción, la táctica, la defensa… Otro trozo grande de culpa es para los jugadores, una obviedad, sí. Han jugado en equipo, de verdad, con la idea de EQUIPO que a veces falta en otros sitios. Han tenido que suplir entre todos las bajas en muchos momentos y, especialmente, los huecos grandes dejados por Jon Scheyer y Xavi Rey. Esto lo hicieron a la perfección. Equipo, que si se da el caso de que uno no tiene el día, lo tiene otro y así… Hay figuras que emergen en ocasiones y destacan por encima de los demás, los MVP conseguidos por jugadores del Granca varias jornadas en esta temporada así lo demuestran. También los hay que hacen el trabajo duro, el más oscuro que no luce mucho en las estadísticas. Pero nunca la individualidad por encima del colectivo.
Aparte de lo puramente baloncestístico, también hay otro cachito (trocito en canario) de culpa, el trabajo por parte del club, en general. Lo que se resume en el Premio Gigantes al club que hace que las cosas sean posibles. Ahí entra todo.
Y el último trozo de este pastel de culpa, que sigo sin saber cómo es de grande, lo merece la afición. No sé muy bien cuál ha sido el flujo de la ilusión, si del club a los aficionados o desde los aficionados hacia el club. El caso es que es una ilusión que se retroalimenta (feedback, si les gusta más). La comunión entre equipo y marea amarilla ha sido evidente esta temporada y en las grandes ocasiones se ha hecho notar. Esas camisetas amarillas con el ¡Sí se puede! (quizás algo manido pero muy efectivo) que el Herbalife Gran Canaria hizo para los que acudieron el domingo pasado al CID, son la prueba de que el club sabe añadir un plus de ilusión y entusiasmo cuando hace falta.
Ahora toca el Barça. Difícil pero no imposible. Llegar hasta aquí ya es parte de la historia, eso no hay quién se lo quite al Granca. Lo que venga será un regalazo al esfuerzo de todos los que tienen un trozo (un cacho) de este pastel. Y recuerden: dormir poco y soñar mucho.
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