
Nacido en Owensboro, Kentucky fue el fruto de una pareja rota de adolescentes negros que le dieron en adopción a la edad de dos años. Fue adoptado por una familia de raza blanca de la pequeña ciudad de Rockport en Indiana donde transcurriría su juventud pasándolo mal por el hecho de ser diferente. Su hermana pequeña también seria adoptada por la misma familia unos meses más tarde y juntos lograrían pasar el trago de los malos momentos a los que se vieron sometidos por vecinos, los niños de la escuela e incluso algunos familiares.
A pesar de destacar sobremanera en el South Spencer High School, donde fue el máximo anotador estatal en su temporada senior nunca fue aceptado totalmente e incluso su entrenador se mostraba bastante reservado de cara hacia él.
Su físico, era a todas luces el inadecuado para triunfar en el baloncesto universitario como power forward. Media 1.90, brazos no demasiado largos y sin un salto vertical para nada potente era un alero en el cuerpo de un base y sin la capacidad para manejar el balón “ball handling”.
A nivel de instituto en el estado de Indiana Parrish era una estrella pero los entrenadores universitarios no estaban impresionados del todo.
A pesar de que era un anotador consistente, anotando más de 49 puntos en partidos consecutivos en una misma semana, había algo que no cuadraba. Era un chico inestable, no hacía caso de la autoridad de sus entrenadores y se metía en peleas casi a diario. Faltaba a clases sin justificación alguna pero nunca fue disciplinado de ninguna manera y se le consentía todo en beneficio del equipo de baloncesto.
Mientras que una leyenda del baloncesto de High School de Indiana como Damon Bailey, queda reservado para otra ocasión su historia, estaba de camino a la universidad de Indiana para ponerse a trabajar a las órdenes del mítico Bobby Knight, Parrish hacia work outs con algunas de las universidades de nivel medio del país. Puede que en el instituto fuese uno de los mejores pero a nivel nacional de universidades nadie le conocía.
En ocasiones el desinterés mostrado por alguna de las universidades se debía al “size” de Parrish y a su falta de atleticismo, pero en otras ocasiones lo que había detrás era una reputación de ser un chaval problemático. Pero los entrenadores universitarios, especialmente en pequeñas universidades, aun escogen el talento por muchos problemas que conlleve como es el caso de Parrish. Así que cuando le llego la primera beca escolar no dudo ni un instante en aceptar la oferta, era la universidad de Evansville. Universidades como la de Evansville viven de reclutar chicos como Parrish, jóvenes que no encajan en las grandes universidades por la razón que sea. El entrenador de Evansville era Jim Crews que previamente había sido asistente por un largo tiempo de B.Knight y el cual sabía que reclutando a Casebier tendría un anotador consistente al cual tendría que saber manejar fuera de la cancha también.
Casebier había sido una estrella en el South Spencer HS de Indiana, ser diferente era algo a lo que se había adaptado, incluso aun teniendo que hacerlo sin querer. No era nada atlético y su juego era más basado en sus “shot fakes”, casi siempre recurriendo al amago en el tiro tres o cuatro veces antes de lanzar a canasta. Era un jugador que sabía aprovechar su buen juego de pies para postear debajo de canasta, incluso podía tirar de tres en determinados momentos. Como freshman promedio 15 puntos y 7.2 rebotes por partido, lo cual no estaba mal para debutar en el panorama colegial, incluso para un equipo de nivel mediocre como el de Evansville.
Lo malo es que antes de su segunda temporada (sophomore) el otro lado de Parrish Casebier comenzó a asomarse. Fue pillado junto con otros estudiantes envuelto en un escándalo de venta de exámenes y sancionado los cinco primeros partidos de liga. Tras su vuelta a la competición Parrish se convirtió en el líder del equipo anotando más de 25 puntos cada noche. Sería elegido como “Player of the Year” y Evansville acabaría de primero en la Midwestern Collegiate Conference. Uno de sus partidos más memorables seria contra Notre Dame llegando a los 41 puntos. Junto con Sasha Hupmann (pívot de 2.15) formarían una pareja temible. Llegarían hasta el torneo NCAA donde perdían con Utep en primera ronda. Está claro que todo esto no hizo a Casebier una estrella a nivel nacional ni mucho menos pero en la pequeña ciudad de Evansville había nacido una estrella. Era raro no verle rodeado de bellas mujeres en las fiestas fuera del campus, el chico que hasta hace poco no era bien visto ni dentro de su entorno familiar ahora tenía todo lo que quería al alcance de la mano. Lo único que tenía que hacer era seguir anotando, ganando partidos, seguir anotando. Y vaya si lo hizo. Lo único que tenía que hacer era estar alejado de cualquier embrollo o problema, solo respetar las reglas y todo iría bien. Eso fue lo que no pudo hacer.
Fue nombrado MVP de la Horizon League (92 y 93), tambien parte del All-Missouri Valley Conference First Team (92 y 93) y hasta seis serían las veces elegido jugador de la semana de la Conferencia. Solo 4 jugadores lo han logrado más veces en toda la historia.
A pesar de afrontar dobles y triples marcajes en determinados partidos y de luchar contra varias lesiones, Parrish logro presentar una más que notable temporada junior, promediando más de 20 puntos por partido y llevando a su equipo hasta las 22 victorias. Se metería en el Top-5 de la lista de anotadores de Evansville. Pero, una vez más, fue el otro lado el que domino la temporada del chico. El 7 de marzo, seria arrestado por la policía de Evansville por estar bebiendo en la vía pública siendo un menor de edad, recordemos que en USA la edad legal son los 21 años, por lo que fue ordenado a pagar una simbólica cantidad de dinero y realizar varias horas de “community service”. Ni por esas.
Tal como hemos dicho Casebier era un anotador incansable pero viendo su último partido como colegial contra el futuro NBA Bob Sura que le dejo en unos míseros siete puntos (2-10 TC) saltaba a la vista que su falta de atleticismo era evidente.
A pesar de esto, el jugador convencido de que no había nada más que pudiese ganar estando en la universidad anunciaba que se declaraba elegible para el draft de 1993 saltándose su temporada senior.
Quién sabe. Quizás fue el hecho de sufrir varias lesiones durante las previas temporadas que le empujaron a ello, quizás fueron todos su problemas fuera de la cancha. Quizás se creyó que era intocable.
Por un lado había demostrado a los entrenadores universitarios que no lo habían tomado en cuenta que se habían equivocado, otra cosa era el hecho de que no había demostrado nada a los scouts de los equipos profesionales. Se fue al Pre-Draft camp de Chicago pero no sobresalió de manera efectiva y así la noche del draft nadie se echó las manos a la cabeza cuando no resulto seleccionado por ninguna franquicia. Aquel verano de 1993 se lo paso calentando banquillo en el camp de los Sixers intentando convencer a la nba que sus exhibiciones en una pequeña ciudad tenían el potencial de lograrlo en las grandes ligas.
Pero llegar a formar parte de una plantilla nba como agente libre sin nunca haber jugado baloncesto profesionalmente es algo que no sucede. Ya no es el hecho de que las reglas limitan a un número pequeño los equipos (no como en beisbol o futbol) sino que luego está el draft. Una regla no escrita dice que si no sales escogido en el draft, las opciones de que juegues en la nba son mínimas por no decir casi imposibles. Parrish Casebier nunca fue seleccionado en el draft.
“Creo que ya he aprendido todo lo que tenía que aprender en Universidad así que he pensado que la única forma de mejorar mi juego y a mí mismo como jugador era dar el salto al siguiente nivel”
En el camp de los Sixers lo paso realmente mal para defender a los jugadores exteriores y su tiro nunca le ha acompaño tampoco. No era lo suficientemente rápido para jugar por fuera ni lo suficientemente atlético para hacerlo en la pintura.
“Esto solo acaba de comenzar, sé que llegare a jugar en la nba. Lo creo firmemente. Demostrare a todos lo equivocados que están. Demostrare a todo el mundo que se han equivocado, van a desear haberme drafteado. Sé que voy a triunfar en esta liga” le decía a uno de los periódicos de Philly que cubría el evento.
En el siguiente partido contra los Bullets ni siquiera se vistió de corto. El añorado Alphonso Ford que había sido escogido en la segunda ronda de aquel draft de 1993 había jugado 38 minutos lanzando a canasta 25 veces. ¿Veis lo que decía sobre el draft?
Pero no sucedió así. Fue cortado por los Sixers y nunca llamo la atención de ningún otro equipo que no confiaban demasiado en su poca altura (para jugar de 4) y falta de explosividad.
La CBA, antigua D-League, llamo a sus puertas pero como él mismo manifestó “eso era casi un insulto, ¿para qué voy a ir a la CBA cuando hay un montón de dinero a ganar jugando en el extranjero?”
Así fue como se embarcó en una aventura que le vería jugar en Chipre, Argentina, Venezuela, Irlanda e Inglaterra en apenas dos años. Por más que lo he intentado no he logrado dar con su equipo en este país, algunos indicios parecen apuntar a Leicester pero nada confirmado aún.
Ya en Septiembre de 1995 cuando estaba de fiesta por Evansville tras haber dejado tirado a suequipo argentino, la policía le arrestaba por posesión de marihuana. Para empeorarlo, una vez en comisaria saldría a la luz que nunca había cumplido las horas de “community service” por su arresto anterior. Cuando fue llamado a presentarse nuevamente delante del magistrado nunca se presentaría alegando que estaba jugando a baloncesto fuera del país. Seguia viviendo en un mundo imaginario y si negaba todo conocimiento de todos estos asuntos tal vez desaparecerían del mismo modo que habían llegado, del mismo modo que cuando estudiaba en el instituto y hacían la vista gorda.
Pero el chico al que se le perdonaba todo ya no era una estrella del baloncesto al que se le debían dar segundas oportunidades. A un juez no le importa si eres bueno o no al baloncesto y ciertamente si tu nombre es solo Parrish Casebier. Nuevamente abandono el país para volver a su equipo en Argentina, necesitaba un soplo de aire fresco, un cambio de aires. Apenas un mes más tarde, a finales de Octubre regresaría a Evansville. Estaba aburrido. Alguien le invito a una fiesta y le faltó tiempo para decir que allí estaría. Según los papeles del juicio, Casebier y sus amigos estaban jugando a las cartas y bebiendo alegremente cuando por lo que parece una de las chicas de esa fiesta en claro estado de embriaguez se quedó dormida en una de las habitaciones. Lo que vino después es una algarabía de “él dijo”, “ella dijo” señalando a un montón de terribles decisiones tomadas en un instante. Casebier nunca admitió haber violado a la chica, que solo tenía 15 años y declaro estar inconsciente y no recordar nada de lo ocurrido. La única defensa de los abogados defensores fue que el status de Casebier como ex estrella del equipo de baloncesto fue lo que contribuyó al incidente. La fama y notoriedad de Parrish significaban que siempre había chicas dispuestas a acostarse con él.
El jurado no estaba convencido del todo. Después de cinco horas de deliberación, Parrish que se encontraba ausente fue sentenciado a ocho años en prisión por violar a una menor.
El chico negro que nunca había encontrado acomodo en el seno de su familia blanca, el jugador que sin una posición natural en el campo nunca fue reconocido por las cosas positivas que podía hacer y si por todo lo que no podía, el alocado chico que nunca vio las consecuencias de sus acciones iba a pagar ahora un alto precio por no ver más allá de un palmo de sus narices. Contacto a Athletes in Action, una compañía de caridad cristina dedicada al baloncesto, preguntando si podría unirse a ellos para poder ser puesto en libertad antes de tiempo. Todo le fue negado.
A principios de 2003 fue puesto en libertad por buen comportamiento aunque en abril de ese mismo año ya sería requerido por las autoridades una vez más por un asunto de drogas por el que fue finalmente absuelto por falta de pruebas.
Con 33 años, con muchos kilos de más y renqueante cuando menos, Casebier intento volver a sus orígenes presentándose a los “try out” de los Lincoln Thunder de la ABA. Las cualidades que una vez le hicieron un jugador importante en una Midwest mid-mayor ahora le hacían un don nadie en las ligas menores. Al menos era algo, era baloncesto. Quizás el único sitio en el que siempre estuvo integrado.
Estuvo jugando con los Thunder desde Noviembre de 2005 hasta enero de 2006 cuando el equipo desapareció por problemas económicos. Nuevamente regresaría a casa y allí se enrolaría en los Owensboro Showboats de la NABL donde jugaría media temporada.
Ojala que ese hubiese sido el final de la trágica histórica de Parrish Casebier pero desgraciadamente y como era de esperar iba a acabar mal. Sus malas decisiones, empezando por una en el verano de 1993 cuando decidió no acabar su carrera universitaria y presentarse al draft, su entorno, su falta de ambición o de trabajo fueron sin duda lo que le llevaron nuevamente a tomar el camino erróneo.
Casebier fue sentenciado el 22 de Feb de 2012 a 25 años de prisión por tráfico sexual en Council Bluffs, Iowa. Había sido arrestado unos días antes cuando él y dos cómplices, entre ellos su novia, intentaban secuestrar a una mujer en un motel de Iowa para luego prostituirla.
En una operación que empezó en 2009 y en el que aparte de todas las autoridades locales y estatales también envolvió al FBI hasta llegar al arresto en 2011 Casebier había forzado, extorsionado y arruinado las vidas de al menos una decena de jóvenes. También se le sentencio a 5 años de libertad vigilada una vez que cumpla su condena (25 años) y al pago de más de 100K como compensación.
Hasta aquí la historia de Parrish Casebier o como arruinarte la vida tomando una pobre decisión después de otra. ¿Quién sabe si todo hubiese sido distinto de haber jugado su temporada senior y presentarse al draft de 1994? ¿Y si nunca hubiese ido a aquella fiesta en 1995? Otra trágica historia.
Escrito por Cobi Sobrino (@cobinho8)
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