ESCRITO POR ANDRÉS JIMÉNEZ

Desde que el hombre tomo consciencia de su superioridad frente al resto de las especies que cohabitan en el mundo, ha buscado algo o alguien que le ayudase a tomar decisiones o directamente las tome por él, de ahí según muchas voces la creación de los Dioses o deidades nombradas de una u otra manera y una vez concebidos estos seres superiores o especiales necesitamos a alguien que nos traiga su sapiencia infinita a la tierra por tanto se estableció el mito del Mesías o el enviado por los Dioses.
Enviado que según las creencias puede ser desde un heraldo de los Dioses del Olimpo en la cultura helenística, el Moisés judío que nos muestra el camino hacia la tierra prometida, el Jesús cristiano que nos muestra cómo comportarnos en esta sufrida existencia para ganar la vida eterna, el Mahdí o el bien guiado islamita que guiará a la comunidad musulmana a la verdadera creencia y a una etapa de paz, después de soltar todo este rollo muchos se preguntarán ¿Que tiene que ver todo esto con el baloncesto?.
Pues aplicando la leyenda del enviado al mundo del basket, este sería el papel que muchos madridistas, sobre todos nuevos aficionados, han otorgado al bueno de Rudy Fernández, que cogiendo unos palabras del gran artículo de Edu Martínezdentro de este misma web en la sección de Biobasket le definiría como:
“Rodolfo Fernández Farrés, escolta/alero de 1,95 y 84 kg, nació el 4 de abril de 1985 en el barrio del Camp Redó de Palma de Mallorca. Hijo de ex baloncestistas profesionales, su madre llegó a portar la camiseta nacional, al igual que su hermana Marta y podíamos definirle como un jugador con una muñeca de seda, capacidad de salto, anticipación, la manera de leer el juego desde la cancha, el espectáculo que crea, su madera de líder y la capacidad defensiva, hacen de él uno de los jugadores más completos del basket moderno europeo”.
Dentro de esta acertada descripción me quedaría con tres palabras “madera de líder” ese aspecto del juego del alero mallorquín es lo que ha hecho a la masa madridista otorgarle el papel de Mesías, de salvador de una sección que lleva varios lustros dando vueltas sobre todo en el panorama continental de primer nivel, rol que él mismo en parte se otorgó cuando dijo que había dejado la NBA para conseguir una Euroliga, sueño que todos los seguidores blancos perseguimos desde hace 18 años.
Un cometido de líder que le hace adalid de este equipo que poco a poco está enganchando a la gente con un juego alegre, como si fuera Errol Flynn en “La carga de la Brigada Ligera” y digo ligera en peso y en centímetros porque el bueno de Pablo Laso hace poco uso de los pivots en ataque, deseo que esta temporada el Real Madrid tenga mejor fin que aquella temeraria acción de la caballería inglesa en la Batalla de Balaclava dentro de la Guerra de Crimea.
En definitiva, sólo espero que Rudy con su facilidad para atraer los focos por su buenas actuaciones, aunque determinados cronistas se queden con las trifulcas y el dichoso flopping, pueda cobijar en su paraguas mediático a Sergio Llull y Nikola Mirotic y separarlos un poco del ruido (cosa que creo que los vendrá bien) y entre todos hagan el papel de Moisés y separe las aguas del Mar Rojo para llevarnos a la tierra prometida, confiando que no sean 40 años de travesía, que en este caso es el ansiado título de Euroliga.
Y recuerden, la vida puede ser maravillosa y con baloncesto hay más posibilidades de que lo sea.
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